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Aena ha anunciado que invertirá al rededor de 31 millones de euros en controles sanitarios en los aeropuertos para la revisión exhaustiva de pasajeros internacionales. Esta medida, que significa un gran despliegue de personal tanto de salud como de seguridad, durará, hasta el momento, hasta el mes de abril de 2021, siempre y cuando el gestor aeroportuario encuentre empresas que realicen este servicio en los aeropuertos antes de diciembre.
El plan de acción de Aena, para garantizar un mejor nivel de detección y control de la llegada de los pasajeros internacionales, consiste en dos filtros: el primero es uno general donde se revisa la llegada de los pasajeros, presentando una inversión de 13 millones, y el segundo es una inspección a fondo de los pasajeros que se determinen como «sospechosos», el cuál presenta una inversión de 18 millones.
Esta medida, que da un total invertido de 31 millones de euros, durará cuatro meses desde el inicio del año 2021 y podría extenderse hasta dos años.
Con la medida de los dos filtros, Aena pretende controlar la propagación del Covid-19, sin embargo la pregunta más pertinente es ¿qué pasará en caso de que detecten un caso? Si un pasajero pasa el primer filtro y es detectado como «sospechoso», se repetirá la toma de temperatura con termómetros infrarrojos de frente y de oído, con un umbral de temperatura de 37,7ºC. Además, las empresas tendrán que realizar una evaluación del estado clínico para valorar su situación, con una exploración clínica básica prestando especial atención a síntomas respiratorios. Por último, le realizarán a los sospechosos una entrevista epidemiológica.
En caso de que todas las pruebas demuestren que se tiene un caso de coronavirus en mano, los operarios deberán recurrir al protocolo de Sanidad Exterior ante la sospecha de un caso positivo. Entonces, el pasajero quedará en manos de la autoridad competente, donde se cumplirá con las obligaciones derivadas de este proceso global de identificación y control de casos importados.
El primer filtro, «control primario», va a consistir en la toma de temperatura con cámaras termo-gráficas a los pasajeros internacionales, facilitación de información y derivación a control secundario en el caso de encontrar sospechas. Además, los vigilantes tendrán que hacer un control visual de los síntomas, como también confirmar aquellos casos que necesiten el segundo control.
El segundo filtro, destinado para los viajeros que presenten síntomas «sospechosos» en el primer filtro, consiste en la separación del resto de los pasajeros para ser llevados a un espacio acondicionado coordinación con la autoridad sanitaria para realizar una evaluación más exhaustiva. Los pasajeros que califican para este segundo filtro, son aquellos que presentan una temperatura corporal mayor o igual a 37,5 °C, con síntomas manifiestos de estar enfermos o que hayan hecho saltar las alarmas del primer filtro.
Sin embargo, todas estas medidas presentan un gran inconveniente y es la falta de personal sanitario. El gestor aeroportuario considera que para realizar este contrato, «con el nivel de calidad exigido», se necesita mínimo un profesional de la enfermería en el primer filtro y tres médicos acompañados de tres enfermeros en el segundo. A eso se le suma que este despliegue se tiene que hacer en decenas de aeropuertos, incrementando también la necesidad de personal de seguridad así como una decena de personas de uso exclusivo en cada aeropuerto.
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