La investigación más exhaustiva hasta la fecha ha desvelado los principales factores de riesgo para la demencia precoz. Estos incluyen elementos genéticos, hábitos dañinos y enfermedades preexistentes, así como problemas socioeconómicos.
La demencia de inicio temprano (YOD, por sus siglas en inglés) es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente a personas menores de 65 años, y se caracteriza por un deterioro progresivo de las habilidades cognitivas, en particular, de la memoria, la atención y el juicio.
A diferencia de la demencia de la vejez que afecta generalmente a personas de edad avanzada, la YOD suele tener un impacto más drástico en la vida laboral y social de los pacientes, ya que muchos de ellos aún están en su etapa laboral y familiar activa.
La YOD tiende a ser más severa y a avanzar más rápidamente, con síntomas más agudos, por lo que comprender qué factores de riesgo pueden propiciar su aparición es esencial para poder prevenirla. Esta ha sido la labor de los especialistas de la Universidad de Exeter, que han publicado sus hallazgos en detalle en la revista JAMA Neurology.
David Llewellyn, de la Universidad de Exeter, ha expresado en un comunicado que «esto es el estudio más grande y riguroso de este tipo que jamás se ha realizado». Y probablemente no exagera, pues el estudio examinó datos de 356.052 personas menores de 65 años en el Reino Unido para determinar cuáles son los principales factores de riesgo para la demencia precoz. «Es emocionante que, por primera vez, sepamos cuáles medidas podemos tomar para reducir la probabilidad de padecer este trastorno degenerativo», agregó el científico.
Factores físicos y sociales
Se podría suponer que estos factores de peligro estarían asociados con causas genéticas o la existencia de ciertas costumbres dañinas y enfermedades. Es cierto que la mayoría pertenecen a estas categorías, pero los investigadores también indican que aquellos individuos con bajos niveles económicos y sociales son más propensos a desarrollar este trastorno. El aislamiento social es también digno de mención. Además de estos, el estudio lista lo siguiente:
Pérdida de audición.
Accidentes cerebrovasculares.
Diabetes.
Enfermedades del corazón.
Depresión.
Deficiencia de vitamina D.
Niveles altos de proteína C reactiva, que es producida por el hígado como respuesta a la inflamación.
Variantes del gen ApoE4 ε4, que también están vinculadas con el alzhéimer.
Abuso de alcohol.
Según resalta el neuroepidemiólogo Sebastian Köhler, la mayoría de estos factores de riesgo «son ajustables». Esto significa que cualquier individuo puede limitar su ingestión de alcohol, seguir una dieta equilibrada o consumir alimentos ricos en vitamina D. Con tan solo estos simples cambios, las posibilidades de padecer demencia temprana se reducirían de manera significativa.