La psicología ha puesto el foco en aquellos individuos que optan por mantener sus teléfonos móviles silenciados a toda hora para escapar del caos de la conectividad constante.
Los avances tecnológicos han transformado profundamente nuestras vidas, proporcionando facilidades para la comunicación, el acceso a información diversa y el entretenimiento.
Sin embargo, el uso excesivo de estos dispositivos puede traer consigo ciertos problemas. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Extremadura, que empleó una muestra de más de 1200 estudiantes universitarios, reveló que la utilización intensiva del móvil se relaciona con un incremento notable de la ansiedad y la depresión.
Para eludir la ansiedad producida por la constante conectividad, numerosas personas eligen mantener sus móviles en silencio, algunas veces de forma deliberada y en otros casos sin demasiada reflexión sobre el hábito, simplemente guiadas por instinto. Este comportamiento ha despertado el interés de la psicología contemporánea. Pero, ¿qué estimula realmente a un individuo a optar por este aislamiento, al menos parcial, del caudal constante de información y notificaciones?
Este acto de poner el teléfono en modo silencio puede ser una respuesta para prever la sobrecarga que generan las notificaciones y la continua exposición a la pantalla. El deseo de minimizar el estrés vinculado con la necesidad de estar siempre accesible se manifiesta en este comportamiento, que intenta retomar el control del día a día.
La correlación entre el uso del móvil y la salud mental
La interrelación entre el uso del móvil y la salud mental ha sido objeto de múltiples estudios. Otra investigación publicada en la Revista Española de Salud Pública, resalta que el uso problemático del móvil, especialmente entre jóvenes, tiene relación con factores como el déficit de sueño, el estilo de vida sedentario, el consumo de drogas y los conflictos familiares. Estos factores aumentan la posibilidad de desarrollar problemas de salud mental.
Las notificaciones son un recordatorio constante de nuestra conexión perpetua.
En una nación donde, de acuerdo con las cifras de 2022, existían 5.340 millones de individuos registrados como usuarios de móviles, lo que corresponde al 66,9% del total poblacional mundial, es habitual que la gente decida poner en silencio sus teléfonos para minimizar su niveles de estrés. Al evitar interrupciones constantes, logran gestionar mejor su tiempo y disminuir la tensión emocional ocasionada por el uso del dispositivo.
Tácticas para manejar la sobreconexión
Optar por silenciar el teléfono móvil se ha demostrado como una táctica eficiente para prevenir una superestimulación, no obstante, los especialistas insisten que esta debe ser integrada en un plan más completo de administración del uso del dispositivo. Funcionalidades como el modo «No perturbar» o programar alertas restringidas durante periodos específicos, son recursos viables para establecer un balance.
Más allá de la configuración, es crucial construir consciencia acerca de la importancia de interactuar con la realidad física y disminuir nuestra dependencia del móvil. El uso exorbitante del teléfono puede tener un impacto negativo en aspectos como la calidad del sueño, el desempeño escolar y la interacción social. Esto resalta la importancia de mantener un equilibrio entre la conectividad virtual y el bienestar individual.
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