La fatiga pandémica se ha convertido en el padecimiento de moda en los dos últimos años, como su propio nombre indica es la consecuencia de la llegada de una pandemia, en esta caso el Covid. Un problema de salud mental que ha alcanzado a un 60% de la población en España.
Es un tipo de cansancio producido por el agotamiento de tener que cumplir con las restricciones impuestas para protegerse frente al virus. Según define la Organización Mundial de la Salud, es una desmotivación que surge de forma gradual y que afecta a «diferentes percepciones, experiencias y emociones y que va ligada al contexto cultural, estructural, social o legislativo».
Una señal de que se está manifestando es la incertidumbre que siente la persona, sobre la fecha en la que acabará la situación. O también su obsesión por evitar contagiarse del virus, entre otros factores. Entre los síntomas se encuentran: estrés, insomnio, tristeza, apatía, desmotivación, ansiedad, agobio o falta de concentración.
Todo esto ha derivado en que ciertas comunidades, como la de Madrid, hayan aumentado la asistencia psiquiátrica y psicológica. Un programa que se puso en marcha en mayo del 2020, tan solo dos meses después de comenzar el confinamiento en nuestro país. Desde la fecha, se calculan que cerca de 4.000 trabajadores han recurrido a él.
Con la llegada de la sexta ola del Covid y la variante ómicron, son cada vez más los profesionales sanitarios que se cogen una baja, al sentir tal cansancio psicológico que necesitan un tiempo de descanso para poder recuperarse. El registro de los máximos históricos por contagio han influido también significativamente en su carga de trabajo, pasándoles factura a nivel mental.
En el País Vasco, se ha registrado que siete de cada diez profesionales sanitarios, han pedido ayuda porque están agotados ante la situación que viven a diario.
Normalmente afecta a las personas con una edad media de 45 años, sobre todo a las mujeres que ocupan trabajos intermedios. Más de la mitad de los usuarios no se han contagiado de Covid, y del resto, un 30% sí lo hicieron, pero sin necesitar hospitalización. El resto terminaron hospitalizados y un 1% estuvo en la UCI.
Las enfermeras y las auxiliares de enfermería son las especialidades más afectadas, ya que son los que más contacto tienen con los pacientes.
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