El denominado trastorno dismórfico corporal (TDC) se encasilla en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-5) y ocurre cuando la persona que lo padece establece que existen partes feas en su cuerpo y se enfoca en ellas.
Por lo que se derivan términos como «dismorfia de selfie» o de «Snapchat«, cabe resaltar que aunque se han dado identificado diferentes casos en la actualidad, es un concepto que se dio a conocer hace poco tiempo en Estados Unidos para dar nombre a los individuos que presentan algún tipo de alteración en su apariencia.
La obsesión por las llamadas «selfies«, por una imagen personal óptima, cuidada y la cual llame la atención de las personas por «likes» y seguidores, causa que muchos menores de edad, pasen gran parte de su tiempo enfocados en las redes sociales, además de que se excedan en los filtros en sus fotografías. De esta manera, los niños y adolescentes cambian su personalidad y alteran sus rasgos faciales, llegando al punto de realizarse cirugías estéticas. Sin embargo, los expertos en este tema definen que este trastorno es percibido como físico y no mental.
Según señala la psicóloga general sanitaria Laia García, ese trastorno hace referencia al inconformismo por ciertas partes del cuerpo humano: “Efectivamente, la dismorfia o el TDC hace referencia a la preocupación excesiva y malestar asociado a ciertas partes del cuerpo, con una autopercepción distorsionada de la imagen y magnificando la parte del cuerpo por la que sienten desazón”. Además agrega que en la sociedad se premian más a los cuerpos delgados o musculosos: «En Instagram, vemos fotos de personas con pieles sin ningún tipo de marca o cicatriz. No solo eso, sino que al alcance de cualquiera existe gran variedad de filtros que van a modificar la imagen y adaptarla a la norma estética impuesta. Si diariamente uno usa cierto filtro, llega a sentirse identificado con esa imagen. Se crea entonces un rechazo del propio cuerpo”.
La profesional explica que la comunidad adolescente es la mayor afectada por esta situación, ya que se encuentra en una etapa de vulnerabilidad pues están definiendo su identidad y buscando qué los identifica: «En esta etapa, juegan un gran papel el grupo de iguales y las personas que tengamos como referentes, entre ellos, aquellos que podemos encontrar en las redes sociales. Resulta de vital importancia crear conciencia en este grupo de edad y comentar que no todo lo que vemos en las redes es real y que no hay un cuerpo perfecto como nos lo definen, sino que todos los cuerpos sufren cambios, tienen rasgos que nos van a agradar más que otros, pero no por ello dejan de ser bellos”.
Por lo que existe la necesidad de juzgar y criticar a la juventud, por su físico o a nivel emocional: “Hay que empoderar para no creer que su mejor imagen es la que les muestra ese filtro de Instagram”. La experta también agrega que hay otros aspectos que pueden ayudar en la aparición del trastorno, como lo es la baja autoestima, un perfil de personalidad obsesivo – perfeccionista o la necesidad de algunos por la aprobación externa: “La alteración de la propia imagen es mucho más compleja y debe ser estudiada y tratada de forma individualizada”.
Es importante que los padres de familia realicen un acompañamiento constante a sus hijos (as), ya que los menores están en el descubrimiento del mundo digital y en la era de las redes sociales. Algunos puntos que pueden ayudar para la prevención de este trastorno son:
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