En una conocida plataforma de búsqueda de empleo figura la siguiente oferta: «Se precisa señora de mediana edad para trabajar como interna en Muros del Nalón en el cuidado de una persona mayor. Imprescindible estar vacunado frente al COVID. Enviar CV al mail con foto reciente».
Esta oferta laboral extraída de un portal de empleo online exige como uno de sus requisitos para ser contratado el estar inmunizado contra el COVID-19.
Este prodecimiento comienza a ser habitual en muchas empresas que se suman a la lucha contra el coronavirus.
De esta forma, abogan muchas empresas, la sociedad recuperará la normalidad que teníamos, por lo que estar vacunado contra el virus puede suponer un aliciente para aquellos que están buscando trabajo. Es por ello que estar vacunado contra el coronavirus se ha convertido en un requisito más para los que ofertan un puesto.
Son muchos los desempleados que en las plataformas de búsqueda y oferta de empleo online, además de exponer sus capacidades, cualidades y conocimientos, muestran que están vacunados contra la Covid-19 como un plus para ser escogido en el puesto de trabajo que desean.
Una multitud de empresas han sido las que, entre sus condiciones para optar a un puesto de trabajo, han decidido que se encuentre la de haber recibido la vacuna contra la Covid-19, mirando por el bien de su negocio por una lado, y por el bien de la sociedad por otro, por lo que se está comenzando ya a pedir como requisito indispensable que el individuo dispuesto a encontrar el puesto de trabajo deseado cuente con la vacuna del Covid-19.
Cualquier empresa, frente a dos candidatos con características similares, puede que finalmente se decante por aquel trabajador que ya se haya vacunado, ya que esto puede suponer una tranquilidad para el negocio y para la seguridad del resto de la plantilla de trabajadores.
No obstante, hoy por hoy en España vacunarse contra la COVID-19 no es una obligación sino un derecho y no por tanto no existe ninguna ley que permita a las empresas obligar a sus trabajadores a estarlo. Es sencillo: la persona que no quiera no tiene que administrarse la vacuna, es cierto, pero tendrán más posibilidades de víctima del contagio e incluso serán más proclives a poner en peligro la salud de otras personas.
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