Marrones, negros, verdes con amarillos, azules, celestes… Son muchas las variedades de tonalidades que encontramos en los ojos, pero ¿qué explica su color?
Todos tenemos un color de ojos que nos identifica. Algunos tienen un tono marrón tan oscuro que parece que la pupila se pierde en el iris; otros son tan azules como el agua de algunas playas del Caribe.
También los hay verdes, ámbar, avellana e incluso grises.
Y todos ellos, no importa cómo sean, son especiales y están determinados, en gran medida, por la información genética de cada uno de nosotros.
Al igual que todos los aspectos de nuestro organismo, el ADN codifica la información genética que determina cómo se ve nuestro iris. Por lo tanto, algunas personas tienen ojos azules y otras marrones.
De hecho, hay varios genes involucrados en el color de los ojos, todos con nombres extraños, por ejemplo:
La melanina es un pigmento producido por los mamíferos en la piel, el cabello y los ojos. Su cantidad determina el color de cada una de estas partes del cuerpo.
Cuando hay poca melanina, algunas ondas de luz se reflejan haciendo que los ojos luzcan claros (azul, verde o gris). Por el contrario, cuando hay más melanina, que es un pigmento oscuro, se absorbe mucha más luz y los ojos aparecen más oscuros (marrones o negros).
La melanina también ayuda a protegernos de los rayos del sol, razón por la cual las personas de ojos claros son más sensibles a la luz. En casos extremos, como los albinos (casi no producen melanina), la piel y los ojos se irritan con facilidad.
Según la genética, los humanos, como muchos otros organismos que se reproducen sexualmente, heredamos características de nuestros padres que se expresan desde el nacimiento y a lo largo de nuestras vidas.
Algunas de estas características las obtenemos de mamá, algunas de papá y algunas son más dominantes que otras.
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