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Se ha demostrado que las horas de sueño son una parte importante en la vida de una persona, así como una dieta o el ejercicio, pues este influye en la buena salud y sobre todo en la salud cardiovascular.
Un estudio demostró la relación entre las horas de sueño y cómo este afecta los niveles de inflamación, colesterol o presión arterial.
La Sesión Científica Anual del Colegio Estadounidense de Cardiología realizó una investigación donde por primera vez se estudió la relación entre el riego cardiovascular y la duración del sueño concluyendo que las horas que se duermen pueden ayudar a aumentar o a disminuir el riesgo cardiaco.
También, es importante entender que la dieta, el ejercicio inclusive el tabaco son factores de riesgo cardiovascular. Y que poco o nada se tiene en cuenta el papel que desempeña el sueño en la salud cardiovascular.
Las personas actualmente en lo último que piensan es en dormir, el trabajo, el estudio, la vida social, las responsabilidades hacen que la calidad del sueño no siempre sea la mejor, por eso hay que tener presente que pasa en el cuerpo si este (el sueño) se descuida.
Después de esta investigación se obtuvo lo siguiente: las personas que duermen alrededor de 7 horas por noche tienen menos probabilidad de morir por un infarto a comparación con las personas que duermen muy poco o demasiado, aunque la persona tenga otros factores de riesgo cardiovascular.
«El sueño a menudo se pasa por alto como algo que puede desempeñar un papel en las enfermedades cardiovasculares y puede ser una de las formas más rentables de reducir el riesgo cardiovascular», afirma el Dr. Kartik Gupta, del Hospital Henry Ford en Detroit y autor principal del estudio.
El equipo de investigación revisó los datos que le hicieron a 14.079 participantes que fueron estudiados durante 7,5 años. Para llegar a la conclusión de que la duración del sueño sí influye en la salud cardiovascular.
Los participantes tenían en promedio 46 años, la mitad eran mujeres y menos del 10% tenían antecedentes de enfermedad cardíaca, insuficiencia cardíaca o accidente cerebrovascular.
Los investigadores dividieron a los participantes en tres grupos: por las horas de sueño que dormían: 6 horas o menos, 7 horas aproximadamente y 8 horas o más.
El riesgo de Enfermedad Cardiovascular Aterosclerótica (ECA) se mide teniendo en cuenta la edad, el sexo, la presión arterial y el colesterol. Y se usa para predecir la probabilidad de un ataque cardiaco, un ictus o que muera de aterosclerosis (endurecimiento de las arterias) en los próximos 10 años. Un riesgo de ECA inferior al 5% se considera bajo.
Los niveles de proteína C reactiva, una proteína producida en el hígado que aumenta cuando hay inflamación y que está asociada a enfermedades cardiacas.
Según los resultados de este estudio, el riesgo de ECA y los niveles de proteína C reactiva varían según la duración del sueño.
Los participantes que dormían por debajo o por encima de 7 horas tenía niveles más altos de proteína C reactiva, es decir, de inflamación y de riesgo mas alto de ECA.
Es cierto que la diferencia no era mucha: los que dormían 7 horas tenían 3,3 % de riesgo ECA, mientras que las personas que dormían menos de las siete horas era de 4,6%.
Por tanto, la diferencia no es mucha, pero sí deja claro que si se duerme menos de lo recomendable o más horas, los niveles de inflamación (proteína C reactiva) aumentan y con ella el colesterol y la presión.
Teniendo en cuenta todo lo mencionado, la idea de este estudio es hacerle entender a las personas que no es el hecho de dormir 7 horas, lo que se quiere explicar es que el dormir bien influye a la salud cardiovascular.
El sueño, a diferencia de la genética o la edad, es un factor que sí se puede modificar y es una forma de reducir el riesgo cardiovascular. No es fácil, pero se puede lograr.
Para tener un sueño de calidad es importante: tener horarios a la hora de ir a dormir y de levantarse por la mañana, evitar los aparatos electrónicos dos horas antes de dormir, tener una cena ligera y evitar tomar café, son algunas medidas que ayudan a mejorar el sueño.
Los investigadores insisten en que no solo es importante las horas que se pasan en la cama, sino tener una buena calidad del sueño. Un sueño profundo y reparador de 6 horas puede llegar a ser mejor que uno de 8 a 9 horas, despertándose varias veces en la noche.
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