El Guadalquivir se convierte en una ruta peligrosa para el narcotráfico y el medio ambiente

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El Guadalquivir: una ruta de narcotráfico
El río Guadalquivir, que atraviesa Andalucía desde la Sierra de Cazorla hasta el golfo de Cádiz, se ha transformado en una de las principales vías de entrada de drogas en el sur de España.
Esta situación ha sido alertada por diversas fuentes que advierten sobre el peligro que representa no solo la entrada de estupefacientes, sino también el impacto ambiental que genera el vertido de combustible en sus aguas. Las imágenes recientes de una persecución entre la Guardia Civil y una narcolancha en Coria del Río han puesto de manifiesto la gravedad de esta problemática.
El fenómeno de los ‘petaqueros’
Desde 2018, las narcolanchas han sido catalogadas como un delito en sí mismas, lo que ha llevado a los narcotraficantes a innovar en sus métodos. Así, han surgido los ‘petaqueros’, embarcaciones dedicadas a transportar y almacenar bidones de gasolina en el mar. Estos barcos actúan como estaciones de combustible flotantes, permitiendo que las narcolanchas se abastezcan sin ser detectadas. Sin embargo, esta práctica ha generado un grave problema medioambiental, ya que se estima que cientos de bidones son arrojados al agua cada día, creando un vertedero flotante que amenaza la vida marina.
Consecuencias medioambientales y legales
La acumulación de residuos de combustible en el Guadalquivir y sus alrededores ha llevado a la Fiscalía Antidroga de Cádiz a solicitar reformas legislativas que permitan sancionar el transporte de gasolina en el mar. La falta de una tipificación clara para estas acciones dificulta la persecución penal de los narcotraficantes. Sin embargo, los jueces han comenzado a unificar criterios para aplicar el delito de tenencia de sustancias inflamables a los ‘petaqueros’, lo que podría ser un primer paso hacia la regulación de esta actividad ilícita.
Un desafío constante para las autoridades
A medida que los narcotraficantes diversifican sus métodos de operación, las autoridades se enfrentan a un desafío creciente. La cocaína que llega a las costas españolas proviene de países como Bolivia, Perú y Colombia, y su transporte se realiza a través de rutas cada vez más complejas. Esto hace que la labor de las fuerzas de seguridad sea aún más complicada, ya que deben adaptarse a las nuevas tácticas utilizadas por los capos del narcotráfico. La situación en el Guadalquivir es un claro ejemplo de cómo el crimen organizado no solo afecta la seguridad pública, sino que también pone en riesgo el medio ambiente y la salud de las comunidades cercanas.