La historia de Zarga Abdalahe refleja la lucha del pueblo saharaui por sus derechos y su identidad.

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Un refugio en el Garibaldi
En el vibrante barrio de Lavapiés, Madrid, se encuentra la taberna política Garibaldi, un espacio que ha cobrado vida gracias a la presencia de Zarga Abdalahe, una activista saharaui que ha encontrado en este lugar un refugio y una plataforma para expresar su lucha.
Desde su llegada, Zarga ha transformado el bar en un punto de encuentro para la comunidad saharaui y sus aliados, ofreciendo no solo comida típica como enchiladas y tacos, sino también un espacio para el diálogo y la reflexión sobre la situación en el Sáhara Occidental.
La voz de una generación
Zarga, que se identifica como durrutiana y anarquista, ha sido una crítica abierta del Frente Polisario, el movimiento que representa la lucha por la independencia saharaui. En sus conversaciones, expresa la necesidad de una renovación dentro de la organización, señalando que la representación de la sociedad civil ha sido relegada en los últimos años. “Es fundamental que las voces jóvenes y femeninas sean escuchadas”, afirma, destacando la importancia de empoderar a las mujeres en la política saharaui. Su experiencia personal, marcada por la educación y la alfabetización que recibió en los campamentos, la motiva a luchar por un futuro donde las mujeres tengan un papel protagónico.
Desafíos y esperanzas
A pesar de los desafíos que enfrenta el pueblo saharaui, Zarga mantiene una esperanza inquebrantable. “La lucha por la independencia no es solo un derecho, sino una necesidad urgente”, dice con determinación. A medida que la comunidad internacional observa, ella insiste en que los derechos humanos no deben esperar a que se logre la independencia. “La lucha por los derechos de las mujeres y los derechos humanos debe ir de la mano con la búsqueda de la libertad”, enfatiza, subrayando que la historia del Sáhara Occidental no puede ser ignorada.
Un llamado a la acción
En sus interacciones con los clientes del Garibaldi, Zarga no solo comparte su historia, sino que también hace un llamado a la acción. “España tiene una responsabilidad moral y política con el Sáhara Occidental”, afirma, instando a los ciudadanos a involucrarse en la causa saharaui. Su mensaje es claro: la lucha por la independencia es una lucha de generaciones, y cada voz cuenta. A medida que se acerca el medio siglo de exilio para los saharauis, Zarga se convierte en un símbolo de resistencia y esperanza, recordando a todos que la lucha por la justicia y la libertad nunca debe cesar.