La elección de Jordi de la Fuente como nuevo líder del sindicato genera debate por su pasado.
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El próximo sábado 15 de marzo, el sindicato Solidaridad, vinculado a Vox, renovará su cúpula con la elección de Jordi de la Fuente como nuevo líder. Este cambio de liderazgo se produce en un contexto de tensiones internas y críticas externas, especialmente debido al pasado de De la Fuente, quien ha sido señalado por su vinculación con grupos de extrema derecha y su admiración por ideologías prorrusas.
Un nuevo liderazgo con un pasado polémico
Jordi de la Fuente, actual presidente y portavoz de Vox en la Diputación de Barcelona, ha sido elegido para sustituir a Rodrigo Alonso. Su candidatura ha sido respaldada por figuras clave dentro del partido, como Jorge Buxadé y Joan Garriga.
Sin embargo, la elección de De la Fuente no está exenta de controversias. La Fiscalía ha solicitado una pena de cárcel para él por su participación en un asalto a un centro de menores migrantes en 2019, lo que ha generado un clima de incertidumbre sobre su capacidad para liderar el sindicato.
Vínculos con la extrema derecha y la Rusia de Putin
El pasado de De la Fuente es motivo de preocupación para muchos. Se ha documentado su pertenencia a grupos neonazis y su admiración por Alexander Dugin, un ideólogo cercano a Vladimir Putin. Su trayectoria política incluye una participación en el Movimiento Social Republicano, que se disolvió en 2018, y su apoyo a la anexión de Crimea por parte de Rusia. Estos antecedentes han llevado a cuestionar la dirección que tomará Solidaridad bajo su liderazgo.
El futuro del sindicato en un contexto cambiante
Con 500 secciones sindicales, Solidaridad se enfrenta a un momento crucial. La elección de De la Fuente podría marcar un giro en la estrategia del sindicato, que ha sido criticado por su alineación con posturas extremistas. A medida que Vox busca consolidar su influencia en el panorama político español, la figura de De la Fuente podría ser tanto un activo como un pasivo. La decisión final sobre su liderazgo recae en los afiliados, quienes deberán sopesar los riesgos y beneficios de continuar con un perfil tan controvertido al frente del sindicato.
