La transición hacia energías renovables marca el fin del carbón en el país.
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La historia del carbón en España
Durante décadas, el carbón fue el motor de la economía española, moldeando regiones enteras y proporcionando empleo a miles de trabajadores. Este mineral, que una vez impregnó el aire de muchas localidades, se convirtió en el pilar de la industria energética del país.
Sin embargo, la llegada de alternativas más limpias y la creciente preocupación por el medio ambiente han llevado al carbón a un inevitable ocaso. En 2024, se prevé que su participación en el mix energético de España sea de apenas el 1,1%, marcando un hito en la historia energética del país.
La transformación del sector energético
La transición hacia energías renovables ha sido impulsada por regulaciones tanto a nivel nacional como europeo, que buscan reducir las emisiones de CO2 y mitigar el cambio climático. Las centrales térmicas que aún operan en Asturias, Cádiz y Mallorca están programadas para cerrar o reconvertirse a tecnologías más limpias, como la generación de hidrógeno. Este cambio no solo responde a la necesidad de cumplir con los objetivos climáticos, sino que también refleja una realidad económica: el carbón ha dejado de ser rentable. Las importaciones de carbón de países como Colombia y Sudáfrica han aumentado, mientras que las minas nacionales han cerrado.
Impacto ambiental y futuro energético
El impacto ambiental del uso del carbón ha sido devastador. Hace una década, las emisiones de CO2 en España superaban los 60 millones de toneladas, mientras que se prevé que este año se cierren con 27,4 millones de toneladas, lo que representa una reducción del 54%. Esta drástica disminución es un testimonio del cambio hacia un modelo energético más sostenible. La energía renovable, que representa actualmente el 56% de la producción eléctrica en España, ha demostrado ser una alternativa viable y económica. La eólica y la solar han crecido exponencialmente, dejando al carbón en un estado residual.
El futuro sin carbón
Con el cierre de las últimas centrales de carbón, España se prepara para un futuro energético más limpio. Las instalaciones que aún funcionan se están adaptando para utilizar gas e hidrógeno, garantizando así su viabilidad a largo plazo. Este cambio no solo es necesario desde una perspectiva ambiental, sino que también representa una oportunidad para crear nuevos empleos en sectores emergentes. La reconversión de las antiguas centrales térmicas en plantas de biomasa o hidrógeno es un paso hacia la modernización de la infraestructura energética del país.