A un mes de la DANA, Valencia enfrenta un panorama desolador y la falta de ayudas efectivas.
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Un mes de tragedia y desamparo
Hoy se cumple un mes desde que la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) azotó la Comunidad Valenciana, dejando a su paso una estela de destrucción y dolor. Según las cifras oficiales, la catástrofe ha provocado la muerte de 230 personas y aún hay cuatro desaparecidos.
La magnitud de los daños materiales sigue aumentando, y los 78 municipios afectados, de los cuales 75 pertenecen a la Comunidad Valenciana, enfrentan una situación crítica que parece no tener fin.
Ayudas insuficientes y promesas vacías
A pesar de que el Gobierno ha comenzado a activar ayudas, la realidad es que estas se demoran y no llegan a quienes más las necesitan.
El presidente Pedro Sánchez anunció un tercer paquete de medidas, pero las ayudas directas para empresas y autónomos aún no se han abonado, lo que ha generado impaciencia y escepticismo entre los afectados. La Generalitat Valenciana ha aprobado 400 millones en ayudas urgentes, pero solo se han abonado 21,4 millones hasta la fecha. La falta de respuesta efectiva ha llevado a muchos a cuestionar la capacidad de los dirigentes para gestionar la crisis.
Impacto en la economía y el empleo
La DANA ha tenido un impacto devastador en la economía local, afectando al 32% del PIB de la provincia de Valencia y al 24,7% del empleo. Según datos de la Cámara de Comercio, cerca de 2.400 empresas industriales y 2.888 naves y locales han sido afectados. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) ha estimado las pérdidas en el sector agrícola en 1.379 millones de euros, un aumento significativo respecto a las primeras estimaciones. La situación es crítica, y muchos agricultores se sienten abandonados, ya que las ayudas directas dejarán fuera a más del 80% de ellos.
La respuesta de la comunidad y el gobierno
La respuesta de la comunidad ha sido notable, con la movilización de 20.000 trabajadores públicos y la distribución de 5.000 toneladas de ayuda humanitaria. Sin embargo, la sensación de indefensión persiste, especialmente en las zonas más afectadas como Paiporta, donde los habitantes sienten que la ayuda ha sido escasa y tardía. A medida que se recuperan las infraestructuras y se limpian los escombros, la pregunta que queda en el aire es: ¿serán suficientes las medidas adoptadas para reconstruir lo que se ha perdido?
