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En las últimas semanas, Bolivia ha sido escenario de intensas protestas y bloqueos de carreteras, impulsados por los seguidores del expresidente Evo Morales. Estos bloqueos, que han durado más de 19 días, han tenido un impacto significativo en la economía del país, generando pérdidas que superan los 1.700 millones de dólares.
La situación se ha vuelto crítica, con un aumento en los problemas de desabastecimiento de combustibles y un incremento de la inflación, lo que ha llevado a la población a manifestarse en contra de las condiciones económicas actuales.
El gobierno boliviano, bajo la dirección del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, ha respondido con operativos de desbloqueo en diferentes regiones. Este viernes, las fuerzas policiales lograron tomar el control de varios puntos críticos, resultando en la detención de al menos 66 personas acusadas de terrorismo y otros delitos. Los enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los manifestantes han sido violentos, con el uso de gases lacrimógenos y cargas de dinamita por parte de los protestantes. La resistencia ha sido feroz, evidenciando la polarización política que vive el país.
En medio de esta crisis, Evo Morales ha hecho un llamado a sus seguidores para que consideren una pausa en los bloqueos, argumentando que la violencia y el caos no benefician a nadie. Sin embargo, también ha anunciado su intención de iniciar una huelga de hambre para presionar al gobierno a dialogar sobre las demandas políticas y económicas de sus bases. Morales, quien se encuentra en el Trópico de Cochabamba, ha expresado que el gobierno actual no está dispuesto a entender las necesidades de su sector, lo que complica aún más la situación.
Las tensiones entre el gobierno de Luis Arce y los seguidores de Morales han llevado a una crisis política en el país. Las autoridades han denunciado que grupos afines a Morales han tomado por asalto unidades militares, lo que ha generado un clima de inseguridad. La situación se complica aún más con la proximidad de las elecciones de 2025, donde la candidatura de Morales se ha convertido en un tema central de discusión. La falta de diálogo y la creciente violencia podrían tener repercusiones duraderas en la estabilidad política y económica de Bolivia.
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