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La reciente denuncia contra el exdiputado Íñigo Errejón ha sacudido el panorama político español. La actriz Elisa Mouliaá ha relatado hechos que, según su versión, ocurrieron en septiembre de 2021, durante una presentación de un libro.
Este caso no solo pone en tela de juicio la conducta de Errejón, sino que también reabre el debate sobre la violencia machista en la política. La denuncia detalla una serie de comportamientos que Mouliaá considera intimidatorios y agresivos, lo que ha llevado a una reacción inmediata por parte de la coalición Sumar, que ha aceptado la renuncia de Errejón.
Según la denuncia presentada por Mouliaá, el exdiputado mostró una actitud dominante desde el inicio de la noche. Se mencionan tres reglas impuestas por Errejón, que incluían no alejarse de él y darle un beso. La situación escaló cuando, tras llegar a la casa de unos amigos, Errejón habría cerrado la puerta de una habitación, impidiendo que la actriz pudiera salir. Mouliaá describe momentos de incomodidad y miedo, afirmando que no consintió a ninguna de las acciones que se llevaron a cabo. Este relato pone de manifiesto la importancia de escuchar y dar credibilidad a las denuncias de violencia de género, especialmente en un contexto donde las figuras públicas pueden influir en la percepción social de estos temas.
El caso de Íñigo Errejón ha generado un amplio debate sobre la violencia machista en la política. La respuesta de la coalición Sumar, que ha tomado medidas inmediatas al conocer la denuncia, refleja un cambio en la forma en que se abordan estos casos. La sociedad está cada vez más dispuesta a no tolerar comportamientos abusivos, y la presión social puede ser un factor determinante en la forma en que se manejan estas situaciones. El Código Penal español establece que el acoso sexual puede conllevar penas de prisión, lo que subraya la gravedad de estas acusaciones. La situación de Errejón es un recordatorio de que la violencia de género no tiene cabida en ninguna esfera, y que las víctimas deben ser escuchadas y apoyadas.
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