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La Junta de Extremadura ha sido sentenciada a indemnizar con 26.000 euros a los progenitores del primer menor que fue víctima del terrorismo de ETA

La Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJEx) ha emitido un fallo que obliga a la Junta de Extremadura a indemnizar con más de 13.000 euros a cada uno de los padres de José María Piris Carballo, quien fue el primer niño asesinado por ETA en 1980.

Los padres, que en aquel entonces contaban con 13 años, solicitaron la revisión de unas decisiones tomadas por el Consejero de Presidencia, Interior y Diálogo Social el 15 de septiembre de 2023, las cuales les negaban la compensación por la muerte de su hijo a causa de un acto terrorista.

El tribunal ha determinado que no se cumplían las condiciones necesarias para la concesión de dicha indemnización, pero ha decidido acoger las apelaciones. En consecuencia, la Junta deberá pagar la indemnización estipulada en la Ley de asistencia y reconocimiento a las víctimas del terrorismo de Extremadura. Según la resolución publicada en el Diario Oficial de Extremadura, el gobierno regional justifica su negativa argumentando que la víctima no cumplía con ninguno de los tres requisitos fundamentales: haber estado empadronado en la región durante al menos dos tercios de su vida, haber tenido la condición política de extremeño al momento de su muerte, o que el atentado ocurriera en Extremadura. Dado que José María murió a los 13 años en el País Vasco, donde había residido y estaba empadronado durante siete años, los asesores legales de la Junta recomendaron no conceder la indemnización. Sin embargo, tras conocer la sentencia, el Ejecutivo regional ha decidido no presentar apelación, según informa El Periódico Extremadura.

José María, un niño de corta edad, perdió la vida en marzo de 1980 en la localidad guipuzcoana de Azkoitia, a donde su familia se había trasladado desde San Vicente de Alcántara, en Badajoz. Este último lugar le rindió homenaje el verano pasado. Su fallecimiento fue causado por la detonación de un artefacto explosivo que ETA había colocado en el automóvil de un guardia civil; el explosivo estaba oculto en una bolsa de deporte que se cayó cuando el coche fue encendido. Al encontrar la bolsa y al intentar recogerla, el niño activó la explosión, resultando igualmente gravemente herido un amigo suyo, quien permaneció 22 días en la unidad de cuidados intensivos.

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