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El centro de memoria conocido como ‘La Cumbre’ representa un aspecto crucial de la ‘guerra sucia’, un tema que sigue siendo una deuda pendiente para Sánchez con Bildu

Es un capítulo sombrío de la historia, una narrativa que algunos prefieren silenciar mientras que otros la utilizan como símbolo de una supuesta ‘lucha entre facciones’. Durante los años en que ETA cometía asesinatos semanales, la oposición a la organización terrorista dio pie a métodos de ‘guerra sucia’, contrarios a la legalidad, en ciertos sectores del establishment.

La mansión conocida como ‘La Cumbre’ en San Sebastián no era más que otra edificación noble de la ciudad hasta que, en 1983, su destino cambió por completo. Agentes de la Guardia Civil del cuartel de Intxaurrondo llevaron allí a dos jóvenes, Joxi Zabala y Josean Lasa, arrestados en el País Vasco francés y acusados de estar vinculados a ETA.

Sufrieron interrogatorios y torturas, y posteriormente, fueron trasladados a Busot (Alicante), donde encontraron la muerte y fueron enterrados. Este episodio marcó una de las etapas más atroces y oscuras de la respuesta estatal contra ETA.

Ahora, cuarenta y un años después, aquel acontecimiento podría ser el pilar en torno al cual se construya el centro de memoria que demanda la izquierda abertzale, y que el Ayuntamiento de San Sebastián planea establecer en ‘La Cumbre’. Este espacio estaría destinado a recordar una parte de la historia reciente de Euskadi durante los años de violencia. La interrogante radica en si su enfoque debería alinearse con otras instituciones de memoria, como el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo en Vitoria o el Instituto ‘Gogora’ del Gobierno vasco, o si, por el contrario, ‘La Cumbre’ debería centrarse en “crear conciencia sobre los crímenes cometidos por el Estado”, tal como propone la izquierda abertzale y sus aliados.

El palacio se encuentra a pocos metros de otro notable edificio de San Sebastián, el Palacio de Ayete, que durante años fue la residencia estival de Franco en Donostia. Este lugar también acogió a miembros de la familia real y a destacadas personalidades. En 2011, el Palacio de Aiete se transformó en un símbolo para la izquierda abertzale, ya que fue la sede de una cumbre institucional que precedió al anuncio del cese de la actividad terrorista de ETA, que se conmemorará este domingo con trece años de distancia. Una década después, Arnaldo Otegi pronunció en Ayete unas palabras que podrían describirse como una declaración de arrepentimiento: “Sentimos su dolor y desde este sentimiento sincero afirmamos que nunca debió haberse producido”.

En la actualidad, EH Bildu propone que, a solo 200 metros de allí, en ‘La Cumbre’, otro palacio se establezca como un espacio de memoria, pero en este caso para simbolizar el sufrimiento causado por el terrorismo de Estado. Se busca ofrecer un contraste con los demás lugares que homenajear a las víctimas de ETA, donde la ‘guerra sucia’ tiene menos representación. La izquierda abertzale desea que el centro en ‘La Cumbre’ contribuya al desarrollo de un proceso de construcción de memoria y relato en el País Vasco, dirigido a las futuras generaciones y donde la violencia de ETA, la más duradera, ocupa un lugar central en el relato histórico.

El ‘asunto Lasa y Zabala’, como «eje vertebrador».

El ámbito relacionado con la izquierda abertzale, representado por organizaciones como Egiari Zor, Mikel Zabalza Herri Ekimena y Argituz, ha establecido claramente qué contenido debe tener su propuesta. Hasta el momento, el Ayuntamiento de San Sebastián solo ha esbozado algunas ideas generales. En la primera propuesta, el enfoque se pone en recordar la violencia estatal, mientras que la segunda aboga por una perspectiva más amplia. El Consistorio, que en agosto envió su iniciativa inicial al Gobierno de Pedro Sánchez y a los partidos políticos, menciona la importancia de “visibilizar la vulneración de derechos humanos” y sitúa el ‘caso Lasa y Zabala’ como un “elemento central”.

Un aspecto que podría dificultar este proceso es la relación del Consistorio, liderado por el PNV, con el Gobierno vasco. En este ámbito, el Ejecutivo de Pradales ha delegado el área de memoria al PSE, lo que podría complicar el diálogo respecto a convertir ‘La Cumbre’ en un emblema de la ‘guerra sucia’ durante los Gobiernos de Felipe González.

Para avanzar, el Ejecutivo debe iniciar el proceso y llevar a cabo el acuerdo logrado con EH Bildu, necesario para obtener su respaldo en la ley de Memoria Democrática. Este pacto, firmado en junio de 2022, incluye la transferencia del Palacio al Ayuntamiento de San Sebastián, un edificio que actualmente pertenece al Estado y que ha funcionado como sede de la subdelegación del Gobierno, con la meta de establecer en él un centro para la difusión de la memoria democrática. Desde el Consistorio informan a El Independiente que aún no tienen noticias sobre cuándo se llevará a cabo esta cesión. Han transcurrido más de dos años desde la firma del acuerdo, y ‘La Cumbre’ continúa siendo propiedad estatal. Las solicitudes del alcalde Eneko Goia aún no han producido resultados.

Se trata de un edificio histórico que data de 1892 y pertenecía al duque de Tovar. En 1994, el Estado se convirtió en su propietario. Este palacio es considerado un bien de interés cultural, lo que le confiere una fuerte protección en términos de planificación urbana. Su extensión es de 17.800 metros cuadrados, incluyendo un sótano, planta baja, un piso principal y un desván, además de un anexo que alberga una bodega, una quesería y extensos jardines. La última vez que se renovó fue en 1987.

«Centrado en la violencia estatal»

Grupos como Egiari Zor, Aranzadi y Mikel Zabalza Herri Ekimena presentaron recientemente su iniciativa para ‘La Cumbre’, que propone transformar este palacio en un espacio de memoria “enfocado en la violencia del Estado”. Maixabel Lasa, viuda de Juan María Jauregi, quien fue asesinado por ETA, apoya esta propuesta que tiene como objetivo, según sus promotores, “convertirlo en un sitio que deje atrás el horror y el miedo”.

La idea incluye la creación de un espacio donde se destaquen las violaciones de derechos humanos “cometidas por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado”, tales como “desapariciones forzadas, ejecuciones sumarias, violencia parapolicial, la ‘guerra sucia’, torturas…”. Además, solicitan la instalación de una exhibición permanente que aborde el Franquismo y la Transición, incluyendo las violaciones de derechos que ocurrieron en aquel entonces, como fusilamientos, desapariciones y torturas, así como Consejos de Guerra. Este centro, afirmaron, estará enfocado en estas víctimas, sin excluir a las de ETA, a las que también se les debe “dar respeto”, comentaron.

Desde la administración local se enfatiza que el objetivo no es crear un centro que trate exclusivamente sobre la tortura, sino establecer el marco en el cual grupos como el GAL, el Batallón Vasco Español, la ‘Triple A’ y otros transgredieron los derechos fundamentales. “La intención es contextualizar todos esos acontecimientos. Debe ser un lugar destinado a la educación, la reflexión y la preservación de la memoria democrática”, comentan.

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