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La computación cuántica se presenta como una de las tecnologías más prometedoras del futuro, y es fundamental que comencemos a tomar medidas de precaución al respecto

En España, contamos con el privilegio de tener el MareNostrum 5, un superordenador que fue puesto en marcha en diciembre del año pasado en el Barcelona Supercomputing Center (BSC). Su inversión supera los 200 millones de euros, lo que lo posiciona como el octavo más poderoso a nivel global y el sexto en sostenibilidad.

Su relevancia radica en que nos ayuda a llevar a cabo tareas que antes resultaban inviables en nuestro país, aumentando la capacidad de procesamiento en 30 veces respecto al pasado.

Oriol Pineda, responsable de Acceso a Infraestructuras del BSC, comentó en su momento que «lo que antes nos tomaba un año, ahora solo nos lleva dos semanas».

Sin embargo, el horizonte se dirige hacia una nueva era: la computación cuántica, que podría abordar problemas que son inalcanzables incluso para supercomputadores como el MareNostrum 5.

La clave de esta evolución radica en que los ordenadores tradicionales operan bajo un sistema binario, dependiente de la tecnología de transistores desarrollada en el siglo XX. Alternativamente, la computación cuántica se basa en cúbits, que permiten explorar nuevas dimensiones y crear algoritmos más avanzados, lo que abre un abanico de posibilidades.

Desde el CSIC aclararon que los ordenadores cuánticos no deben ser concebidos como nuestros laptops actuales, al menos en el futuro inmediato. Son dispositivos complejos que requieren condiciones muy específicas para funcionar, como estar casi en el cero absoluto (-273 ºC). Su propósito se limita a aplicaciones muy concretas en el ámbito científico o industrial, similar a los primeros ordenadores clásicos que ocupaban espacios enormes. Por lo tanto, no debemos esperar ver programas de oficina o videojuegos en estos dispositivos, aunque siempre existe la posibilidad de «cambios disruptivos».

El principal desafío radica en avanzar desde el ámbito teórico hacia la creación de aplicaciones prácticas que puedan influir en nuestra vida diaria. En años recientes, importantes empresas como Google, IBM y Amazon se han sumado a esta carrera tecnológica con inversiones significativas.

La importancia de un nivel adicional de seguridad

En España, también hay investigadores dedicados a la computación cuántica. El CSIC, por ejemplo, ha estado desarrollando proyectos que buscan implementar esta poderosa tecnología en campos como la energía, las finanzas, la defensa y la agricultura, con el objetivo de «aumentar la competitividad del país». Sin embargo, no son los únicos en esta búsqueda.

En un evento reciente, ‘Innovation Day’, Telefónica dio a conocer varias innovaciones tecnológicas. Entre ellas, se destaca el ‘TU Quantum Drop Beta’, una herramienta que posibilita el cifrado y descifrado de archivos, así como su almacenamiento, envío y recepción con una seguridad plena gracias a la criptografía post-cuántica.

Para Telefónica, la tecnología cuántica representa un «cambio de paradigma fundamental», y están convencidos de que los ordenadores cuánticos transformarán la base de la computación, a pesar de que aún no están operativos. Sin embargo, han comenzado a identificar ciertos riesgos, siendo uno de los más relevantes el manejo de la información.

Desde la empresa, creen que es crucial adoptar nuevos métodos para proteger los datos, de modo que los avanzados ordenadores del futuro no puedan acceder a ellos. En este contexto se introduce el cifrado post-cuántico. Con el lanzamiento de ‘TU Quantum Drop Beta’, han presentado su primer producto que ofrece este nivel adicional de protección, actuando como una segunda capa que complementa las técnicas de cifrado actuales.

La reciente propuesta se enfoca en ofrecer una comunicación segura de alto nivel para dispositivos inteligentes, como el casco conectado Halo I y el brazalete inteligente Halo III. Estos artefactos incluyen GPS, un botón de emergencia SOS, un detector de caídas y avanzados sensores que evalúan la calidad del entorno laboral. Analizan aspectos críticos como el ruido, la temperatura, la humedad, la presión, la calidad del aire y el estrés térmico, contribuyendo así a la seguridad y bienestar de los trabajadores en ambientes desafiantes. Con la inclusión de criptografía postcuántica, se refuerza la protección de datos sensibles frente a futuras amenazas de la computación cuántica, según indicó la empresa en un comunicado reciente.

Las grandes corporaciones y los organismos públicos son los principales interesados en esta tecnología. Sin embargo, desde Telefónica sugieren que su implementación debería abarcar cualquier sector donde la duración de la información supere los diez años, el periodo que prevén hasta la llegada de los procesadores cuánticos al mercado.

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