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Colombia catalogó la misión encubierta del inspector Carrión, quien fue arrestado por Asuntos Internos, como de «alto riesgo»

Las autoridades colombianas eran conscientes de que la captura de los cabecillas del Cartel de los Balcanes en España era una tarea compleja y delicada. Juan Carlos Carrión, el vínculo del Ministerio del Interior en ese país, también lo reconoció y solicitó la intervención de un agente encubierto.

Según un informe de la Fiscalía colombiana, que está en manos de este diario, la operación fue considerada de «alto riesgo». Las acciones para arrestar a los albaneses en territorio español debían permanecer discretas. Sin embargo, en marzo, la Unidad de Asuntos Internos detuvo al inspector español, creyendo que podría haber cruzado límites inapropiados.

Los reportes indican que Carrión y su informante planificaban introducir grandes volúmenes de cocaína en España, asegurándose así una parte de las ganancias. A pesar de esto, los documentos oficiales intercambiados entre las autoridades de ambos países revelan que se trataba de una operación policial con una entrega controlada de drogas. El 19 de octubre, Carrión pidió incluir un agente encubierto dentro de una red colombiana, tras recibir información acerca de un intento de ingresar 3.000 kilos de cocaína, siendo los compradores vinculados al Clan de los Balcanes, aunque inicialmente serían recibidos por ciudadanos «españoles y asturianos». Esta operación fue aprobada por ambos países. El seleccionado para la tarea fue Pedro Marqués Ayala, un confidente ocasional de la unidad antidrogas de Murcia y narcotraficante a tiempo completo. La elección se debió a su conocimiento sobre los albaneses y a la relación previa que Carrión tenía con él debido a su experiencia en la lucha contra el narcotráfico en Galicia. Las comunicaciones entre Carrión y Pedro, junto con conversaciones entre «Pedrito» y José Guerrero, jefe de Udyco en Murcia, han llevado a que todos ellos sean objeto de investigación por parte de Asuntos Internos.

La Fiscalía colombiana ha elaborado un informe sobre una red criminal que opera desde España, conocida como el Clan de los Balcanes. Este grupo ha establecido una estructura delictiva que mantiene conexiones directas con Colombia, donde obtienen cocaína de laboratorios mayoría controlados por el Clan del Golfo, una organización compuesta por individuos de origen español, italiano y ruso.

Para llevar a cabo sus actividades ilegales, utilizan «empresas fachada» que comercializan productos perecederos por carretera. De esta manera, logran introducir la droga en los puertos, alterando contenedores, una técnica conocida como «gancho ciego». La Fiscalía de Colombia subraya que este cartel opera en Europa y que sus miembros, principalmente localizados en España, tienen lazos comerciales con el Clan del Golfo.

Se ha dejado constancia de que un agente encubierto, identificado como el hombre de Carrión, fue contactado por integrantes de la organización en España, quienes le fueron referenciados como una fuente directa de dicho grupo. Se mencionó que él sería la persona de confianza en Colombia para gestionar el envío de cocaína. Así, el inspector español optó por involucrar a Pedro Marqués Ayala. Este último, guiado por su contacto, pensó inicialmente que la droga podría provenir de la guerrilla de las FARC, pero la Fiscalía descartó esta noción. Los albaneses exclusivos de esta red solo trabajan con el Clan del Golfo.

Las autoridades de Colombia han clasificado a esta organización exyugoslava como de «alta peligrosidad» debido a sus «vínculos comerciales globales». Se destaca que esta entidad cuenta con una fuerte capacidad financiera, capaz de infiltrarse en las instituciones estatales y que sus estrechos lazos con el Clan del Golfo incrementan su nivel de amenaza. En consecuencia, la Fiscalía calificó la operación como de «alto riesgo».

El Cartel de los Balcaneses se describe como «una organización delictiva internacional enfocada en la producción, transporte, tráfico y venta clandestina de drogas». Para catalogar su nivel de amenaza, las autoridades se apoyaron en tecnología avanzada para rastrear la organización, además de las medidas de protección proporcionadas al agente infiltrado y la «escasa información» disponible sobre el narcogrupo. Sin embargo, este grupo también presentaba «vulnerabilidades», ya que el «acercamiento del agente encubierto» a los líderes del cartel propició un «vínculo de confianza» que permitió su entrada en la estructura y la identificación de quienes participaban en el narcotráfico. Por esta razón, la colaboración de Pedro Marqués Ayala, el informante de Carrión, se consideraba «la única forma de desmantelar esta organización».

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