Al igual que ocurrió con José María Aznar durante la turbulenta última etapa de Felipe González, que concluyó con numerosos escándalos de corrupción, Alberto Núñez Feijóo evoca la España de 2024 como un eco de aquellos inicios de los años noventa.
Recupera la famosa frase del entonces líder de la oposición, que más tarde se convertiría en presidente: «márchese, señor González». Ahora, el llamado hacia Pedro Sánchez es «señor 1, márchese ya», pronunciado durante la sesión de control del miércoles, poco después de que surgiera el caso Ábalos.
El presidente del Gobierno reiteró su postura de no dimitir, defendiendo que su administración siempre ha actuado con «contundencia» y ha colaborado con la Justicia y las fuerzas de seguridad, a diferencia de lo que, según él, hicieron los dirigentes del Partido Popular. Este mensaje lo repitió la semana pasada, pero con una novedad: en esa sesión, Sánchez ofreció por primera vez «disculpas» por el escándalo que involucra a su exministro de Transportes, dirigiéndose no a Feijóo, sino a Ione Belarra, líder de Podemos.
El Partido Popular no pudo modificar las preguntas ya establecidas para el pleno del 16 de octubre, pero como era previsible, realizó cambios en el acto, lo que no sorprendió al Gobierno. Feijóo, que curiosamente no llevaba gafas, comenzó con una fuerte acusación hacia Sánchez, presentándolo como el líder de una supuesta red corrupta. «Todos los caminos lo llevan a usted», declaró. El dirigente popular enumeró varios elementos, como las «mordidas», las «paradas técnicas» y los «lingotes» de oro relacionados con Delcy Rodríguez, la vicepresidenta de Venezuela, así como las «bolsas de Ferraz» llenas de dinero ilícito. «Llegó prometiendo ser un luchador contra la corrupción y ahora está involucrado en la trama, no puede pretender ser un mero espectador».
Feijóo predice que el sufrimiento legislativo que enfrenta Sánchez será una nimiedad comparado con el proceso judicial que se avecina. Afirmó que el presidente «era consciente de lo ocurrido con Delcy y mintió, sabía lo de [José Luis] Ábalos y decidió protegerlo, sobre su esposa encubrió la situación, y fue cómplice en el rescate millonario de la aerolínea [Air Europa]». Según él, la conclusión es clara: Sánchez «conocía todo y optó por guardar silencio». Además, añadió que el panorama judicial es complicado para el presidente: «Enfrenta cuatro causas, 15 delitos en investigación, implicaciones en 11 ministerios, la presidenta del Congreso, su partido, su Gobierno, su familia y su propia persona, todos al tanto de la situación».
El Presidente le reprochó a un funcionario que las entidades gubernamentales no deberían ser utilizadas para su defensa legal. «Váyase ya», le dijo, imitando el tono del ex presidente Aznar. Feijóo considera que su renuncia es un acto evidente de deshonor, liderando lo que él denomina «la vergüenza», en contraste con el «cambio auténtico» que, según él, representa el Partido Popular.
El líder del Ejecutivo argumentó que no todos los partidos operan de la misma manera y que en el PSOE, aquellos que cometen delitos enfrentan las consecuencias, mientras que en el PP, los casos de corrupción suelen ser ocultados. En respuesta a esas críticas, el presidente subrayó que aunque todos deben cumplir con la ley, las reacciones ante la corrupción no son comparables. Se jactó de que su Gobierno trabaja «de manera decidida», colaborando con el sistema judicial y los cuerpos de seguridad, y que su objetivo es «gobernar», asegurando que para 2027, al final de su mandato, España será «más próspera y unida» que en tiempos del PP. A pesar de las críticas y la controversia, afirmó que no se dejaría desviar de su propósito.
Durante el debate, se destacó que no todos los partidos son iguales y que en el PSOE, las acciones tienen consecuencias. Se subrayó que, mientras el partido en el poder se encarga de silenciar las denuncias de corrupción, el Ejecutivo de Mariano Rajoy formó «policías patrióticas» para dificultar el trabajo judicial. Sin embargo, Sánchez eludió responder a la inquietud inicial de Feijóo sobre las interacciones entre él, su esposa y Víctor de Aldama, que actualmente se encuentra encarcelado por su implicación en un escándalo relacionado con hidrocarburos.
El presidente evitó aclarar «cuántas veces, dónde y sobre qué» se comunicó con Aldama, evidenciando la tensión en la oposición de Feijóo. Este último mostró signos de impaciencia, a lo que Sánchez respondió señalando que quedan 1,000 días de gobierno y que la actitud de su rival es prematura. Finalmente, le aconsejó que se cubriera, mencionando que desde la letra A, representando a Isabel Díaz Ayuso, hasta la Z, que alude a Eduardo Zaplana, condenado recientemente, su partido tiene un caso de corrupción para cada letra del abecedario.
El presidente del Gobierno no profundizó en esta última cuestión, aunque él y su partido han estado abordando este tema desde el lunes. Sin embargo, sus colaboradores más cercanos, la vicepresidenta María Jesús Montero y el ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, sí lo hicieron cuando respondieron a las preguntas de los diputados del PP. Ambos mencionaron las causas judiciales pendientes que enfrenta el PP, las cuales suman 38, aunque antes eran 39, ya que se ha eliminado la que se refería a Zaplana. Tanto Montero como Bolaños hicieron hincapié en que el PSOE está actuando con «plena contundencia» y «transparencia», como sucedió en febrero cuando decidieron destituir a Ábalos después de que surgiera el caso Koldo.
Sánchez, en su respuesta a la líder de Podemos, Ione Belarra, manifestó que se trata de un escándalo de corrupción que le genera pesar y por el que solicita disculpas a los ciudadanos. Además, aprovechó la oportunidad para hacer una nueva declaración. En respuesta a Belarra, se disculpó específicamente por el caso Koldo. «Es un caso de corrupción que lamento y por el que pido disculpas a la ciudadanía», afirmó, aunque aclaró que su partido había actuado «desde el principio», a diferencia del PP. Hasta ahora, solo había admitido que Ábalos le había informado sobre el viaje de Delcy Rodríguez a España en 2020, y se había distanciado de su exministro. Este miércoles, sin embargo, dio un paso significativo que no había tomado anteriormente, ni él, ni su Gobierno, ni su partido.