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12 octubre, 2024 12:21 am

Frigdiano, el misterioso personaje del monarca que sugiere trascender la hispanidad

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El 7 de noviembre de 2022, los monarcas ajustaron sus compromisos para celebrar un evento significativo: la entrega de la Orden de Carlos III a Frigdiano Álvaro Durántez Prados. Este destacado doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid, reconocido por su trayectoria en el ámbito internacional y la defensa, recibió este prestigioso galardón español como reconocimiento a sus valiosos servicios a la corona.

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Desde 2009 hasta febrero de 2022, Durántez (nacido en Madrid en 1969) se desempeñó como asesor en Estudios e Informes en la Casa Real, formando parte del selecto grupo que asesora a Felipe VI y contribuye en la redacción de sus discursos y apariciones públicas.

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Del evento, que tuvo lugar en la privacidad del Palacio de la Zarzuela, se hizo pública una imagen en la que Frigdiano era acompañado por los reyes, mostrando sonrisas y un ambiente de confianza. Esta fotografía fue compartida cuatro días más tarde por Funiber, la Fundación Universitaria Iberoamericana, que había nombrado a Durántez como director de Relaciones Institucionales y profesor en la Universidad Europea del Atlántico, una institución creada por Funiber en 2013 en Santander. Además, se le designó como director de la Cátedra Funiber de Estudios Iberoamericanos y de la Iberofonía, establecida específicamente para él.

Frigdiano es considerado un pensador en el campo de la iberofonía.

Frigdiano Álvaro Durántez ha dedicado sus esfuerzos, tanto en su tiempo en La Zarzuela como después, a desarrollar el concepto de iberofonía o paniberismo. Esta propuesta busca establecer un nuevo enfoque que no solo enriquezca la conexión entre los países de habla española, sino que también incluya a aquellos de lengua portuguesa. Su meta es crear un «espacio multinacional con naciones de ambos idiomas distribuidas por diferentes continentes», promoviendo así la cooperación y aumentando su capacidad de influencia a nivel global. En esencia, se trata de formar un actor geopolítico significativo.

La idea de iberofonía que propone Durántez representa una evolución del iberismo del siglo XIX. Mientras que este último se centraba en la relación funcional entre las dos naciones peninsulares, caracterizadas por un pasado glorioso y un presente en proceso de modernización, el paniberismo amplía su visión. Reconoce la singularidad del español y el portugués, lenguas que surgieron de un mismo espacio geográfico, la península Ibérica, y que poseen características lingüísticas comunes, lo que permite su comprensión mutua. Según Durántez y sus aliados, esto brinda la posibilidad de crear el «primer bloque geolingüístico del mundo», con más de 850 millones de hablantes (casi 600 millones para el español y más de 265 millones para el portugués) en alrededor de 30 países a través de todos los continentes.

Un enfoque humanista universal.

Esta iniciativa geolingüística trasciende la visión tradicional que divide el mundo en bloques por Estados nación y se dirige a las comunidades que emplean ambos idiomas a nivel global, así como aquellas que poseen «vínculos y raíces ibéricas», como es el caso de los sefardíes o el pueblo saharaui. Esta última referencia se distancia claramente de la postura reciente del Gobierno español. Además, el enfoque se centra en África, donde crear un espacio de colaboración panibérica en naciones como Angola o Mozambique podría permitir competir con la influencia de actores como Francia, China o India en una región crucial desde una perspectiva geoestratégica.

Más allá de la dimensión lingüística, la propuesta panibérica también lleva un trasfondo ideológico. En contraste con el utilitarismo asociado al inglés, que se origina en el protestantismo, el «universalismo panibérico», que se inspira en la tradición de la Escuela de Salamanca, busca fortalecer la globalización a partir de fundamentos humanistas.

Conexiones significativas

Durántez articula su visión a través de «Iberofonía y paniberismo», un extenso tratado que supera las 700 páginas, publicado en 2018 por Última Línea, una editorial independiente creada en Málaga por Gonzalo Sichar, un ex dirigente local de Ciudadanos. Además, estas ideas están presentes en diversas intervenciones de Felipe VI, incluyendo la que realizó el 7 de julio de 2014, en Lisboa, durante su primer discurso en el extranjero tras asumir el trono, ante el entonces presidente de Portugal, Aníbal Cavaco Silva.

La similitud entre el español y el portugués es un aspecto crucial para entender la identidad y el potencial de Iberoamérica. Felipe VI destacó que esta afinidad lingüística permite reconocer una vasta área comunicativa que abarca alrededor de treinta naciones en todos los continentes. Este espacio cultural y lingüístico, con alcance global, es algo que debemos considerar en un mundo cada vez más interconectado. Durántez eligió este fragmento del discurso como el punto de partida de su obra.

Hace más de dos años, los caminos de Frigdiano y Funiber se entrelazaron. En 2021, en el marco de su estrategia de expansión internacional desde su sede en Barcelona, Funiber, con recursos propios, estableció la Universidad de Cuanza en Angola. Fue en este contexto que el embajador español en Angola presentó a Frigdiano al presidente de Funiber, Santos Gracia, quien rápidamente le sugirió colaborar en su iniciativa.

Con presencia en más de 30 países, Funiber se posiciona como la plataforma perfecta para desarrollar el ambicioso plan de globalización humanista e ibérica de Frigdiano. Hasta ahora, este proyecto ya ha dado frutos en la reciente conferencia de ministros de Justicia de naciones iberoamericanas y de habla portuguesa, que tuvo lugar este mes de septiembre en su segunda edición.

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