Ómnium Cultural, la organización independentista más grande, hizo un llamado a la unidad y a dejar de enfocarse en las disputas del 2017 durante la primera Diada donde carecían de poder institucional, habiendo sido expulsados de la Generalitat y sin la mayoría en el Parlament.
Sin embargo, cada encuentro programado en este Onze de Setembre reveló la existencia de divisiones internas en el separatismo. En una manifestación organizada por ANC y apoyada por otros colectivos separatistas, se evidenció la disminución del apoyo independentista con solo 60,000 manifestantes en Barcelona, y apenas arriba de los 70,000 al sumar las cinco convocatorias concurrentes.
El acuerdo final de estas marchas también demostró la discordancia entre las organizaciones y los partidos políticos, a quienes reprochan el haber «desperdiciado» las mayorías parlamentarias en los últimos años. También hubo críticas a Esquerra, sin mencionarla directamente, culpándola de «entregar una Generalitat en manos de un Govern españolista» que «se inclina ante Felipe VI». En el manifiesto final se incluyó un aviso a los gobiernos catalán y español que aún «no estamos pacificados». Durante la manifestación, los participantes gritaban «puta España». Las críticas al gobierno catalán encabezado por Salvador Illa consiguieron despertar la reacción del público, mientras que el único lema que fue clamado con fervor fue el «puta España». Pocos manifestantes en Barcelona retomaron los lemas en apoyo a Carles Puigdemont, quien parece haber perdido popularidad entre los independentistas por sus acuerdos con el PSOE y su último escape ocurrido en agosto pasado. Previamente, los participantes en una marcha organizada por Arran, agrupación juvenil de CUP, atacaron el Palau de la Generalitat arrojándole pintura roja.
Durante la manifestación, los integrantes de Arran proclamaron lemas tales como «pim, pam, pum, que no quede ni uno» o «fuera las fuerzas de ocupación» en presencia de los agentes mossos dispuestos para prevenir conflictos con los militantes de Aliança Catalana. En contraposición, los antisistema presentaron una lona en frente de la línea policial a poca distancia, la cual decía: «Vox y Aliança Catalana, enemigos del trabajador catalán». Hubo más rechazo hacia ERC que PSC. Previamente, ERC fue el objeto de rechazo durante las ofrendas a Rafael Casanova. Sabían que sus alianzas con PSC y PSOE los harían el blanco de la furia independentista, por lo que los republicanos asistieron a los eventos masivos con comitivas de perfil discreto lideradas por Marta Vilalta y Juli Fernández. Ni Marta Rovira ni Oriol Junqueras estuvieron presentes en los eventos que al principio del procés servían para mostrar su fortaleza al independentismo. La primera medida de la Diada se establece año tras año con las ofrendas de flores al monumento de Rafael Casanova. Y allí en Barcelona, la comitiva de ERC comprobó que sigue siendo el blanco predilecto del independentismo ortodoxo. De hecho, los republicanos fueron más rechazados que el PSC o la comitiva del Govern, liderada por Salvador Illa. Este fue el único acto oficial en el que coinciden Illa y los representantes de su Gobierno con los militantes independentistas, ya que no asisten a los eventos de Òmnium ni la ANC. Y los asiduos que cada año acuden al monumento de Casanova dejaron en claro que su ira se dirige a ERC, no a un PSC que consideran fuera de su sistema de partidos. El conflicto en el Fossar de les Moreres tuvo como protagonistas a Sílvia Orriols, líder de Aliança Catalana, y las juventudes de la CUP.
Un conflicto que necesitó la intervención de los Mossos d’Esquadra facilitó que Orriols se mostrara una vez más como la víctima del «procesismo». La alcaldesa de Ripoll, en su pronunciamiento, acusó a los recién llegados de actuar en contra de la «nación catalana». Además, después del ataque fallido por parte de los miembros jóvenes de la CUP a su tributo, la alcaldesa prometió también vencer al «islamismo-izquierdismo» en las elecciones. «No estamos aquí para fomentar la disputa fraternal», alertaba Xavier Antich, presidente de Òmnium, durante el evento organizado por esta entidad al mediodía. Sin embargo, instantes después, Antich recalca que Aliança «no tiene lugar» en su espacio independentista. El presidente de la entidad advirtió también que Òmnium «no incluye a la extrema derecha». «Y sí, estoy hablando de Aliança Catalana», agregó; «la aversión hacia las diferencias y la pobreza no son bienvenidas en nuestra visión de país».