El inicio de la semana judicial es marcado por una ceremonia de investidura el miércoles que ayer generó alegría entre los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que salían al mediodía. La seleccionada para presidir este órgano y el Tribunal Supremo, Isabel Perelló, fue causa de celebración por varios factores: es la primera mujer en la historia en ocupar este puesto y representa la esperanza de superar un largo período de desacuerdo y desprestigio que el Poder Judicial quiere dejar atrás.
Este inusual consenso entre conservadores y progresistas también se refleja en los comentarios de la élite judicial conservadora consultada por El Independiente, quienes la describen como una «magnífica jueza» y depositan en ella todas sus expectativas para fomentar acuerdos.
«Perelló no es sectaria.
Ni el Gobierno ni Pumpido [presidente del Tribunal Constitucional] han ganado con su elección», comenta un jurista conservador de este tribunal. «Su carrera no se ha caracterizado por un activismo político destacado o relevante», añade otro. El nombre de Perelló se incluyó en la discusión del CGPJ al final del lunes, aunque fuentes internas afirman que su nominación ya se había contemplado en reuniones previas como una posible solución al estancamiento que duraba desde julio.
Las negociaciones habían llegado a un punto muerto, con los conservadores apoyando a Pablo Lucas y Carmen Lamela, y los progresistas respaldando a Ana Ferrer. Sin embargo, fuentes del tribunal supremo lamentan el «desgaste» que este proceso ha supuesto para estos jueces, cuyas cualificaciones son altamente reconocidas y hubiesen sido suficientes para presidir el órgano.
En la votación final de este martes, diez vocales seleccionados por el PSOE se dividieron, con seis de ellos a favor de Perelló y cuatro a favor de Ana Ferrer. Según se comenta, lo hicieron por motivos de «estética», no querían abandonar a Ferrer, quien había sido su elección y nunca se había retractado.
Es notable la amplia concurrencia entre los líderes del Poder Judicial sobre la posibilidad de que Perelló logre una presidencia de relieve. La describen como una mujer de buen trato y laboriosa que ha trabajado siempre en silencio. Añaden que es «empática». Lleva quince años en la Sala de lo Contencioso-Administrativo redactando resoluciones sin atraer demasiado los focos de atención, así que la conocen bastante bien.
“Es inteligente e independiente. La mejor que no será candidata ni por un lado ni por el otro», afirma un jurista conservador del tribunal superior. «Después de Pablo Lucas era la opción más idónea», comparte un segundo. Un tercero agrega: «Tiene los atributos y la capacidad profesional necesarios para la posición».
Un miembro saliente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) describe a Perelló como una magistrada excepcional, muy reservada y poco mediática, aunque un ex vocal conservador expresa una preocupación acerca de su mandato: «El riesgo es la dependencia de Margarita Robles».
Varias fuentes apuntan a una estrecha relación entre la actual Ministra de Defensa y la nueva presidenta del CGPJ, a quienes describen como amigas cercanas desde hace mucho tiempo. Antes de que surgiera el movimiento conocido como #Metoo, ambas compartían una postura feminista en la Sala de lo Contencioso-Administrativo. En 2014, incluso escribieron una carta lamentando que el presidente de aquel entonces, Carlos Lemes, solo se dirigiera a los miembros de la carrera judicial en términos masculinos.
El hecho de que Perelló se convierta en la tercera autoridad del Estado fue resaltado con emoción por algunas vocales ayer, calificándolo de «hito» que busca normalizar la situación. Los progresistas defendieron la elección de una mujer para el puesto, ya que consideraban injusto que un hombre asumiera nuevamente dicha posición cuando más de la mitad de la profesión está compuesta por mujeres. Aclaran que no es una cuestión de tiempo, refutando la creencia de algunos de que el progreso vendrá en el futuro. Aseguran que las mujeres siguen estando subrepresentadas en el Tribunal Supremo en comparación con el total de abogadas que componen la profesión (57% de ellas), y varios miembros de este CGPJ están dispuestos a hacer cambiar estas cifras.
Ana Ferrer fue la primera en trascender las barreras en la Sala Segunda, y ahora es Perelló quien avanza y fractura el techo de cristal más alto en el Poder Judicial. «Será un modelo a seguir para muchas juezas», decían con alegría el martes. El significado de este hecho trasciende lo simbólico, ya que el CGPJ tiene el deber de defender la igualdad y ahora estamos más cerca de ese objetivo, afirmaban fuentes del nuevo Consejo. Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Algunos resaltaban la necesidad de una presidenta del Gobierno o una líder sindical.
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