No se trata simplemente de un reajuste. Pedro Sánchez sorprendió nuevamente el miércoles al elegir a José Luis Escrivá como el nuevo gobernador del Banco de España, sin lograr un acuerdo con el Partido Popular. Su primer paso fue nombrar al director de su gabinete, Óscar López, como su reemplazo en el Ministerio de Transformación Digital y de la Función Pública.
En segundo lugar, promovió a Diego Rubio, uno de sus asesores de mayor influencia en Moncloa, como su nuevo jefe de gabinete, un puesto clave en el núcleo del poder. Con el estreno de la segunda temporada de la legislatura y la consolidación del estado del bienestar y financiamiento autonómico, Sánchez está reforzando el poder político del ejecutivo y contará con un aliado más.
Por otro lado, ha elegido a un académico para llevar a cabo la estrategia. Estos dos perfiles son drásticamente diferentes a los de sus predecesores. Este movimiento era inesperado y también arriesgado. Especialmente la promoción del originario de Extremadura, Diego Rubio Rodríguez (Cáceres, 1986). Esto ha provocado expectativa y miedo entre los altos funcionarios de Moncloa. Nadie sabe qué rumbo tomará el gabinete, qué cambiará, quién quedará y quién no, y en qué momento. Rubio es un gran enigma para la mayoría del ejecutivo. No es miembro del PSOE, no ha participado en vida partidaria. Viene del mundo académico, no del político.
En su casi quinquenio en la Moncloa, ha ascendido continuamente, ganando la estima de Sánchez y convirtiéndose en un miembro fundamental de su equipo. De aquí en adelante, será su asesor más cercano. Se proyecta un estilo muy diferente al de Óscar López, un figura prominente del PSOE y cercano amigo del presidente, excepto durante la división que surgió en el partido durante las primarias de 2017. Sánchez reintegró a López en 2021, después de su separación de Redondo, con el objetivo de fortalecer la relación entre el Gobierno y el partido. Rubio será el tercer director del gabinete de Sánchez, sucediendo a Iván Redondo (2018-2021) y a Óscar López (2021-2024), con una trayectoria muy distinta a la de ambos. Redondo era el consejero sagaz, el maestro en comunicación, amante de los giros sorpresivos, atraía la atención, los reflectores, convertirse en protagonista, mientras que Óscar López era el opuesto. Sánchez buscaba en él discreción, trabajo silencioso, «solidez», como lo define un líder del partido, en lugar de espectáculos llamativos. En 2021, Sánchez buscó un giro drástico, decidió reformular el centro del poder y apartó del Gabinete a Redondo, a la vicepresidenta Carmen Calvo y al ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos. Para iniciar este cambio, restauró su relación con su antiguo camarada político, con quien había ascendido en la política, ambos bajo el mando de Pepe Blanco, líder del equipo de José Luis Rodríguez Zapatero.
Óscar López fue un apoyo significativo para Patxi López durante las intensas primarias de 2017, en las que Sánchez logró vencer a su principal rival, Susana Díaz. Un año después, en 2018, cuando Sánchez obtuvo el liderazgo de la Moncloa, asignó a Óscar López a la dirección de Paradores, una oficina reconocida pero de escaso esplendor. Para sorpresa de muchos, en 2021, Sánchez desplazó a Redondo – el revés en las elecciones de Madrid de mayo que Redondo dirigió fue el desencadenante – y ascendió a López. Desde el principio, López buscó un papel diferente, menos público y más centrado en el trabajo interno, y en especial, en la colaboración con el partido. Ese era su atributo más valioso: su extensa familiaridad con el PSOE. Su experiencia incluyó roles como secretario general en Castilla y León (2008-2012), secretario de Organización federal (2012-2014), portavoz en el Senado (2015-2016), director de campañas electorales, y un experto en numerosas áreas del partido. Rubio, a pesar de su juventud de 38 años, posee un impresionante historial académico, aunque nunca ha sido militante ni ha llevado una vida dentro del partido. Sánchez está dando un giro total y estableciendo una nueva dirección en la Moncloa. En palabras de un funcionario regional, promovió a un político (López) para que reemplazara a un técnico (Escrivá), y a un académico (Rubio) para que sustituyera a un político (López).
A los 38 años, Rubio tiene un impresionante historial profesional fuera del PSOE, lo que ha suscitado cierta alarma dentro del partido, con la preocupación de una posible desconexión con el Gobierno o la formación de un gabinete más orientado hacia lo «técnico». A diferencia de López, quien se graduó en Ciencias Políticas en la Complutense de Madrid, Rubio cuenta con una licenciatura en Historia de la Universitat Autònoma de Barcelona y fue el estudiante con el mejor promedio de calificaciones del país. Pasó un año de su carrera en la Sorbona de París, fue becario visitante en la Universidad de Columbia en Nueva York, y obtuvo su doctorado en Oxford, donde fue conferenciante asalariado e investigador junior entre 2015 y 2017. De 2017 a 2019 fue profesor en la Escuela de Política, Economía y Asuntos Globales del Instituto de Empresa y asesoró a múltiples organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, la Comisión Europea y la Secretaría General Iberoamericana.
Rubio se unió al Gabinete de Moncloa en febrero de 2020, nombrado por Redondo para dirigir la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia. De hecho, fue él quien promovió el documento España 2050, que analiza a largo plazo los desafíos que enfrentará el país y que Sánchez presentó en mayo de 2021. Tras la salida de Redondo en julio del mismo año, Rubio se mantuvo en el centro de operaciones y su influencia creció. Fue miembro del comité encargado de organizar la presidencia española de la UE y, en noviembre de 2023, tras su segunda investidura, el presidente le nombró secretario general de Políticas Públicas, Asuntos Europeos y Prospectiva Estratégica, con el nivel de subsecretario. Rubio ha asumido el papel de sherpa del presidente en las cumbres europeas. En el gabinete hay un alto nivel de nerviosismo, algo que resulta comprensible dada la situación.
Aún no se han establecido los roles oficiales en el gabinete presidencial, según palabras de los miembros del equipo del presidente. «Nos vemos en la tarea de leer entre líneas, no tenemos más información», admite uno de ellos. Hay un ambiente de nerviosismo en el Gabinete dado que los cargos no han sido ratificados aún. Esta preocupación se intensifica cuando muchos en la Moncloa se enteraron del nombramiento de López y de la promoción de Rubio al leerlo en el periódico El País, siendo ellos los primeros en informar la noticia. No se les había notificado de antemano ni tenían idea de lo que el cambio de rumbo iniciado por Sánchez podría implicar.
“Nos encontramos interpretando expresiones faciales, ya que no contamos con más información”, afirma un residente de Semillas, el edificio donde los miembros del Gabinete tienen sus oficinas y que funge como un pequeño ejecutivo que reúne a expertos de todas las áreas para controlar y coordinar todos los ministerios.
El papel del Director del Gabinete, que desempeña el rol de Secretario de Estado, es crucial, ya que no es un mero titiritero, sino un actor principal y principal asesor del presidente. Con la reciente decisión de Sánchez, esta función será asumida no por un veterano del PSOE, sino por un hombre joven de 38 años, Rubio, un historiador. Rubio deberá dar respuestas a preguntas fundamentales como la estructura que desea en la Moncloa y quiénes serán sus aliados más cercanos. Sin embargo, todos estos dependerán de si Sánchez le ha concedido suficiente autonomía para tomar decisiones.
Por otro lado, Antonio Hernando, el director adjunto de Gabinete y ministro perpetuo, es una pieza integral de la administración de la Moncloa. Existe incertidumbre sobre si continuará en su puesto actual o si será reubicado.
Junto a Sánchez y López, era uno de los hombres clave de Blanco en la Organización y un adepto de Alfredo Pérez Rubalcaba. En 2014, Sánchez le otorgó el puesto de portavoz en el Congreso, pero su relación se rompió en 2016, cuando un comité federal dramático despojó a Sánchez de su posición como secretario general. Aunque permaneció como líder del grupo bajo la tutela de la gestora, finalmente se le forzó a desalojar el cargo. Sin embargo, años más tarde, en octubre de 2021, Sánchez lo reintegró como director adjunto de su Gabinete, sacándolo de la consultora Acento que había fundado Blanco. Ahora, la interrogante es si Rubio lo mantendrá en su puesto, si se trasladará con su antiguo jefe al Ministerio para la Transformación Digital, o si, como algunos en el partido esperan, continuará en su cargo a la espera de que la reorganización del Gobierno, coincidente con el 41º Congreso del PSOE, le proporcione un nuevo rumbo: convertirse en ministro. Su nombre siempre está entre las posibilidades. Esto no ha cambiado. ¿Qué tipo de Gabinete será? Un otro pilar en la estructura de la Moncloa es Paco Salazar, secretario general de Planificación Política. Fue el anterior director adjunto del gabinete de Redondo y también dejó el gobierno en 2021, donde fue recompensado con la presidencia del Hipódromo de la Zarzuela. Un año después, regresó a la Moncloa y desde enero del presente año, ha retomado un puesto central en la ejecutiva federal del PSOE. Es considerado una figura imprescindible dentro del partido y uno de los hombres clave para Sánchez en el Gobierno.
La incertidumbre sigue en pie acerca de si habrán cambios, y en caso afirmativo, si estos se realizarán ahora o tras el 41º Congreso del PSOE. Dos figuras destacadas en el Gabinete de Sánchez son el director de la Oficina de Asuntos Económicos y G-20, Manuel de la Rocha Vázquez, quien lleva en la estructura de la Moncloa desde 2018 como ‘sherpa económico’, y el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallès. Ambos reportan directamente al presidente, no a su jefe de Gabinete, y hasta ahora, no se prevé su reemplazo.
«Habrá que ver qué sucederá con Antonio y Paco, quienes son dos elementos esenciales y el vínculo con el partido, si Diego opta por mantenerlos y lidiar con ellos o no. También queda la duda de cuándo se atreverá a realizar cambios, porque despedir a medio personal justo antes del congreso del partido, podría generar descontento», expresa un funcionario de Moncloa.
Rubio puede formar un Gabinete «más técnico», como esperan en el círculo cercano del presidente, o uno mixto, que incluya miembros del partido y técnicos. «No creo que Diego siga los pasos de Óscar, es una cuestión de lógica. Sus enfoques son distintos. No repetiría la misma estrategia, incluso si lo deseara», opina un ministro.
Pese a todo, el futuro de figuras prominentes como Hernando, Salazar o incluso Iván Yustos -director general de Asuntos Institucionales, quien fue seleccionado también por Sánchez- está vinculado a una decisión directa del presidente. «Diego será un jefe de Gabinete más al estilo ‘sherpa’. No lo veo dando órdenes a Hernando, Paco, Manolo de la Rocha, ni a Yustos», comenta un lider que conoce bien al líder socialista.
Fuentes de la Moncloa indicaron que los que ya se consideran confirmados son Salazar y Yustos.
Pilar Sánchez Acera, actual jefa de Gabinete de Óscar López, se encuentra en la mira de algunos del PSOE como posible candidata al liderazgo del partido en Madrid. El rol que Óscar ha desempeñado ha sido, sin duda, diferente al de otras épocas. Su aporte ha fortalecido la relación entre el partido y el Gobierno, a pesar de haber contribuido con menos ideas que Redondo. Ahora, la incertidumbre radica en la actuación de Diego, quien no pertenece al partido. Si se enfrenta a situaciones con alcaldes, puede que no posea el entendimiento político necesario, un aspecto en el que Óscar destacaba. Sin embargo, este vacío podría ser llenado por Antonio o Paco. Dicho esto, la transición de Óscar a la Transformación Digital es un reconocimiento a su labor.
Históricamente, líderes como Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, al igual que José María Aznar y Mariano Rajoy, confiaron en hombres leales al partido para poder dirigir. Ahora, el escenario ha cambiado, alejándose de las convenciones, tal como sucedió con Redondo. La tarea principal de López será defender las acciones del Gobierno y su líder, independientemente de que su nuevo rol en Transformación Digital sea más técnico.
El ascenso de López se percibe como una estrategia para fortalecer la presencia política del Gobierno, según uno de los colaboradores más cercanos a Sánchez. López, al igual que Félix Bolaños, María Jesús Montero y Óscar Puente, funcionará como portavoz no oficial del presidente, consolidándose como una figura esencial en el Ejecutivo y en el partido.
Por lo tanto, su tarea será respaldar el trabajo del gobierno y su líder en situaciones de enorme incertidumbre y controversia, independientemente de que su ministerio, la Transformación Digital, sea de naturaleza más técnica. Por coincidencia, López es conocedor del área, debido a su función como parlamentario como portavoz de la Comisión de Control de RTVE y su papel como ponente en leyes como la transición a la TDT, la creación de la corporación de RTVE y la ley general audiovisual. Dentro del partido, se rumorea que en la reorganización futura, podría cambiar de ministerio. Algunos mencionan que su relación menos fluida con la esposa del presidente, Begoña Gómez, es la razón de su salida de la Moncloa. Es claro que Sánchez ha decidido una vez más, hacer cambios en el equipo de gobierno, el corazón operativo del Ejecutivo, lo cual no es un asunto menor.