El cuerpo de los Mossos d’Esquadra aún está lidiando con la deshonra y pérdida sufridas el pasado jueves, y ya están mirando hacia lo que viene. Estos agentes de Cataluña tendrán que esforzarse por ganar la confianza de jueces, fiscales y oficiales de policía, tanto dentro como fuera de España, en el contexto de la fuga de Carles Puigdemont.
Esta no es una tarea inédita, dado que desde el referéndum ilegal de 2017, la institución se ha propuesto demostrar su fiabilidad.
Domina la sensación de vergüenza entre los mossos, en todos sus rangos. Siguen desconcertados sobre el tipo de operativo establecido para manejar el regreso del político fugitivo.
Se preguntan cómo pudo presentarse en el centro de Barcelona y desaparecer poco después, a pesar de una orden de arresto del Tribunal Supremo que no lo ve apto para indultos por malversación.
Los oficiales catalanes entendían que estarían en el centro de atención. «No importa lo que ocurra», le confiaban diversas fuentes a El Independiente en días previos a la llegada de Puigdemont. Tenían claro que si actuaban de manera excesiva, recibirían críticas de los independentistas, y si no lograban atraparlo, como sucedió, se les acusaría de connivencia política.
2017 fue el año que marcó todo. Los Mossos han atravesado tiempos complicados desde la consulta del 1-O; surgió desconfianza hacia ellos en todos los niveles. En la sede de la Dirección General de la Policía Nacional en Madrid, los enfrentamientos con la delegación catalana eran comunes, aunque las relaciones se han ido componiendo últimamente.
El dilema para los Mossos es que ahora la vergüenza es global. No es igual mantener una actitud pasiva bajo el argumento de evitar revueltas sociales debido a la presencia de personas en un centro de votación, que permitir que un fugitivo de la justicia cruce fronteras, de un discurso político y logre fugarse de nuevo.
Entre los 18.000 oficiales en Cataluña, la principal inquietud es perder la fe en el sistema judicial y ser dejados al margen de investigaciones a nivel global, terreno en el cual los Mossos han jugado un papel relevante después de la pandemia. La interacción con la policía nacional y los guardias civiles está en un nivel más personal, pero son conscientes de que también habrá reluctancia al momento de intercambiar información.
Este viernes, los altos mandos de los Mossos d’Esquadra, acompañados de autoridades políticas, ofrecieron una conferencia de prensa para aclarar la situación. El comisario principal de los Mossos, Eduard Sallent, aseguró que se alcanzó el objetivo de mantener el orden y la seguridad durante la sesión de investidura, sin embargo, fallaron en la captura de Puigdemont. Por tanto, «como no puede ser de otra forma», se rendirán cuentas al juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena.
El juez a cargo del proceso solicitó información tanto al Ministerio del Interior como a la Consejería correspondiente de la Generalitat acerca del operativo policial del cual se escapó Carles Puigdemont. Solicitó aclaraciones tanto a Fernando Grande-Marlaska como a los Mossos d’Esquadra sobre quiénes planearon la operación, quiénes autorizaron su implementación y quienes llevaban la responsabilidad de su ejecución o despliegue.
De acuerdo a Sallent, el operativo se planificó de tal manera que la mejor oportunidad para detener a Puigdemont estaría en las cercanías del parque de la Ciutadella. Por eso, ya tenían vehículos y personal preparado para llevarlo al tribunal.
El jefe de policía ha negado rotundamente cualquier tipo de arreglo con Puigdemont o su círculo para coordinar su arresto, y ha denunciado lo que llama una «auténtica campaña de desinformación», impulsada por el equipo del ex presidente que introdujo «elementos desconcertantes».
Sin llegar a ningún pacto, Sallent ha respondido a algunas críticas de los independentistas contra los Mossos, quienes les culpan de arrestar a dos agentes «patrióticos» que ayudaron al líder de Junts. En respuesta a esto, ha asegurado que la policía de la Generalitat es una fuerza democrática al servicio del pueblo y que jamás se convertirá en una «policía patriótica».
Aunque la fuga de Puigdemont ha situado a los Mossos en el centro de la controversia, Sallent ha rechazado cualquier renuncia en el cuerpo de policía: «Los Mossos no renuncian… Se nos designa y se nos despide. Yo fui designado y seré despedido por el Conseller de Interior. Estoy cumpliendo con mi deber», ha destacado.
Los oficiales superiores saben que están al final de su jornada. La investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat augura cambios significativos en los Mossos. Será responsabilidad de los nuevos líderes depurar respecto a la operación maletero 2 de Puigdemont.
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