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Columna Semanal: «Yolanda Díaz o el comunismo que cena con caviar», por Fernando Rodríguez

En esta Columna Semanal Fernando Rodríguez analiza la figura del comunista y se pregunta por qué genera tanto rechazo actualmente.

En esta Columna Semanal trataremos el caso de la Yolandísima: la pasionaria de la izquierda caviar o «la gallega que quiere ser malasañera». ¿Por qué genera tanto rechazo que una política que se dedica en cuerpo y alma a criticar a las clases pudientes y al dinero que generar se gaste miles y miles de euros en vestidos de Prada?

Yolanda Díaz o Desayuno con Diamantes

Se puede ser de izquierda y rico: mirad al gran Wyoming. Se puede ser de izquierda y muy rico, multimillonariamente rico: mirad a Baltasar Garzón. Pero no se puede ser de izquierda, ser rico y querer parecer pobre: mirad a Yolanda Díaz y el odio que genera en redes sociales.

Cuando el periodista Alvíse Pérez la encuentra comprando en Prada, Armani o Gucci y sube la fotografía a ‘X’ (antes Twitter) la masa reacciona vomitivamente. Son zafios y extremadamente vulgares los improperios que se lanzan contra la vicepresidenta y actual ministra de Trabajo en funciones, pero también son comprensibles. ¿Por qué esta mujer es capaz de gastarse medio millón en artículos de lujo mientras tuitea en contra de pequeños empresarios que no tienen cómo pagar a sus trabajadores? ¿Por qué dedica tanto tiempo en parecer de izquierda cuando lo que ella realmente piensa es en qué cenará hoy, si caviar o diamantes? ¿Por qué?

El pecado del comunismo

A la Yolandísima la defienden sus propios seguidores alegando que «puede gastarse su dinero en lo que quiera, que para eso lo gana». A estos, sus detractores le imploran piedad a la hora de pasar por caja ya que la mayoría de sus lujos los pagamos los españoles «con nuestros impuestos» (igual que a cualquier funcionario de este país lleno de funcionarios). A la Yolandísima lo que le preocupa es que la quieran, no que la crean. Mientras tenga el mejor peinado y el vestido más caro podrá fingir su mejor sonrisa y hacer ver que los cien mil euros anuales que se embolsa por sacar los dientes y alzar la mirada son, ¿por qué no?, merecidos.

Pablo Iglesias y la cajera del Mercadona

Además, a Yolanda tampoco la quieren los coleteros ni las del sobaco morado. Les hizo la vida imposible antes si quiera de ningunearles y fulminarles con el brazo ideológico más próximo al comunismo que sume en la pobreza extrema a países como Venezuela o Cuba, tan admirados por ellos. Tan defendidos por ellas. Pero nada, aquí lo importante es despedir al presidente campeón del mundo de un deporte que nos llevó a todos a la máxima visibilización de la mujer. Ay, Rubiales…

¿Un piquito?

«Yo creo.. Yo siento… Yo exijo… Yo merezco» o Yoyolanda Díaz es ahora el centro de todas las críticas tras ausentarse en horario laboral para gastarse mucho, muchísimo dinero en vestidos caros y comidas de lujo. Y menos mal que no le gustan los coches deportivos de alta gama, las uñas largas ni los tatuajes, porque si no la habríamos visto ya recibir algún premio de la música a mejor artista urbana y estaría compitiendo con Rosalía. Todo sea por un par de focos al final del día. Todo sea por España y los españoles, que no se merecen el castigo de un libre mercado auspiciado por la concordia y el entendimiento mutuo de todos los ciudadanos y que protege sus libertades y derechos bajo las peligrosas soflamas de Milei en Argentina o de Meloni en Italia. «A los monstruos no mirar» o «¡Que vienen los liberales!» son frases que bien dichas pueden esconder el pacto más vergonzoso de la historia de nuestra democracia.


Contacto:
Fernando Rodríguez Rubio

Apasionado de la escritura, el periodismo y las artes. Máster en Escritura Creativa y graduado en Comunicación Audiovisual. Me encanta el cine, la literatura, la política y la economía.

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