Este martes, 18 de mayo, el Congreso de los diputados debate la aprobación de la Ley trans, y el PSOE ha decidido abstenerse, contando además con la negativa de Vox y el PP. Por lo que todo apunta a que no podrá salir adelante, como querían el resto de partidos que si la han apoyado; el PNV, Cs, la Cup y Unidas Podemos.
Ha sigo Rafael Simancas, secretario general socialista, el que ha anunciado la decisión de su partido alejando que consideran que el texto es; «mejorable» y requiere de «seguridad jurídica». Además, el partido ha señalado que no la apoyarán porque los propios colectivos trans así se lo han pedido, y les han pedido que se siga negociando.
Simancas ha remarcado en la cámara baja que su partido mantiene un «firme e inquebrantable» compromiso con «los derechos de las personas trans» y con su «protección», frente a todos los ataques y discriminación que siguen sufriendo a día de hoy. «Somos la formación política que más ha hecho por el colectivo y lo seguiremos siendo».
Asimismo ha adelantado que, el Gobierno ya está trabajando en su propia Ley trans, ya que necesita de medidas que se decidan «con pleno rigor y plenas garantías jurídicas». Ya que lo los partidos de la derecha la recurrirán ante el Tribunal Constitucional.
Ayer el PSOE afirmó que facilitaría su tramitación sobre el texto, que fue presentado por seis formaciones parlamentarias, después de que el anteproyecto fuera bloqueado por el propio Gobierno, dentro del cual ha provocado ciertos enfrentamientos en entre los socios de la coalición. Sin embargo, en ningún momento especificó si votarían con un sí o con una abstención.
Este pasado lunes Irene Montero aseguró que iba a haber Ley trans, ya que las personas transgénero «No solamente se lo merecen, sino que es su derecho«. «No va a ser tan fácil ni tan pronto como a mí me gustaría, pero ese es mi compromiso y además estoy segura de que va a ser así».
Desde el otro bando, Carmen Calvo criticó la ley, en concreto la libre autodeterminación de género , señalando que ;
«Me preocupa fundamentalmente la idea de pensar que se elige el género sin más que la mera voluntad o el deseo, poniendo en riesgo los criterios de identidad del resto de los 47 millones de españoles; eso tiene que tener unas garantías».
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