La falta de consenso en lo relativo a las leyes de igualdad, de la Vivienda, transgénero, los disturbios de los manifestantes en apoyo de Pablo Hasél o la supuesta falta de «plena normalidad democrática». Han tambaleado más que nunca la estabilidad entre PSOE y Podemos, dentro del Gobierno de coalición.
La tensión entre los socios derivó en reproches públicos, maniobras gubernamentales y parlamentarias a espaldas del otro. A pesar de ello, y aunque no es la primera vez que algo similar les ocurre, ni PSOE ni Podemos plantean una ruptura en su coalición como Gobierno.
Esa alianza está totalmente blindada, pues saben que lo primordial es que la legislación siga saliendo adelante en el parlamento y eso solo puede conseguirse con el bloque de la investidura. El cual incluye a las pequeñas formaciones progresistas y también a los nacionalistas e independentistas.
Podemos sabe que si el PSOE no contara con su apoyo, tendría que buscar pacto para sacar las leyes adelante con el PP, ya que los diez votos con los que cuenta Ciudadanos no les serviría para alcanzar la estabilidad parlamentaria. Los podemitas cuentan además con otro punto a favor, su cercanía a ERC, EH Bildu. Por lo que los socialistas tendrían mucho más complicado justificar ante sus electorados el apoyo a un Gobierno, en el que no estuviera presente el partido de Iglesias.
Dentro de Moncloa los choques entre las formaciones, se interpretaron como intentos por parte de Podemos de diferenciarse del PSOE ante las elecciones catalanas. Además fuentes del partido afirman que los choques producidos se deben a diferencias políticas profundas ante determinadas leyes.
Podemos acusó al PSOE de no cumplir con las medidas que habían firmado en el pacto de coalición. Consideran además que se pasó una línea roja, al presentar por su cuenta propia, una ley que es competencia del Ministerio de Igualdad, del cual es ministra Irene Montero.
Por todo ello desde la formación morada, creen que su deber es que los socialistas cumplan con lo pactado, a pesar de que ello suponga actuar «por la vía de los hechos». A pesar de los enfrentamientos puntuales que puedan existir entre los diferentes ministros o entre los líderes de ambos partidos, los socios abogan por mantener su unión hasta el final de su gobernanza.
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