El Gobierno insta a los españoles a que nos quedemos en casa esta Navidad. Las Comunidades Autónomas se cerrarán perimetralmente.
Ese ha sido el mensaje que el ministro de Sanidad Salvador Illa ha transmitido en nombre del Gobierno.
Petición que se ha producido tras el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS). Además, en ella se ha aprobado un plan que permite cambiar de comunidad autónoma entre el día 23 de diciembre y el 6 de enero, siempre y cuando sea para reunirse con un familiar.
Mediante este acuerdo se procede al cierre perimetral de las comunidades autónomas. Pero como podemos observar, existen algunas contradicciones.
La justificación para desplazarse no está del todo clara, así como la limitación de las reuniones a 10 personas y el toque de queda a la 1:30 en Nochebuena y Nochevieja. El ministro insiste en apelar a la responsabilidad ciudadana, y no solo se refiere a los familiares sino también a aquellas personas con las que existe «una afectividad especial». Por tanto, estamos ante una estrategia de restricción de movimientos entre comunidades, aunque sin evitar la reagrupación familiar durante las fiestas. No obstante, Madrid ha anunciado que «no se siente vinculada al acuerdo» y votó en contra.
La discrepancia jurídica que se produje hace unos meses en el puente de Todos los Santos, terminó en la imposición del estado de alarma. Según Illa, existe un acuerdo del CISNS vinculante que solo necesita ser notificado a los Gobiernos regionales, por lo que no tiene cabida una disputa legal. No obstante, Madrid ha expresado que si no se publica en el BOE, no tiene intención que acatarlo. A esto, Illa responde que no es necesaria dicha publicación, y que por tanto no la llevará a cabo.
La incongruencia llega porque Madrid se niega a cumplir dicho acuerdo, cuando pedía ampliar el número de familiares a 10 y que el toque de queda se extendiera a la 1:30h. Más allá del desacuerdo generalizado, existe el riesgo epidemiológico. Según aseguran varios especialistas consultados, la mejor manera de evitar un rebrote sería que cada uno se quede en su casa. Según sostiene el epidemiológico Javier del Águila, «me alegra muchísimo no tener que decidir algo así. Para evitar la propagación del virus lo mejor sería eliminar las reuniones». Una decisión complicada en cierto modo, dada la demanda social.
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