El juez José de la Mata manda al banquillo al clan Pujol tras encontrar indicios de pertenencia a una organización criminal. Ayer, jueves 16 de julio de 2020, el juez de la Audiencia Nacional comunicó el auto de transformación en procedimiento abreviado, que da paso a que las acusaciones personadas presenten sus concretas peticiones de condena contra los 27 investigados.
El auto procede contra Jordi Pujol i Soley, su mujer – Marta Ferrusola Llados–, sus siete hijos y 18 personas más que participaron o colaboraron en las actividades ilegales.
La justicia procesará a la “organización criminal” Pujol Ferrusola.
El auto, que da fin a una compleja instrucción de 8 años, comienza diciendo lo siguiente: “La familia Pujol Ferrusola ha aprovechado su posición privilegiada de ascendencia en la vida política/social/económica catalana durante decenios para acumular un patrimonio desmedido, directamente relacionado con percepciones económicas derivadas de actividades corruptas”. El juez De la Mata ha encontrado indicios de delitos de pertenencia a una organización criminal, blanqueo de capitales, fraude a Hacienda y falsedad documental a los Pujol.
El auto arguye que la fortuna de la familia “no proviene, como se alega por los miembros de la familia, de una herencia familiar procedente de Florensi Pujol Brugat”. Durante más de 500 páginas, el juez detalla una gran variedad de operaciones mediante las cuales la familia ha conseguido su extenso patrimonio, destacando tres vías principales de entrada del dinero:
Por otro lado, el texto apunta que las actuaciones del clan Pujol estaban organizadas a la perfección, e incluso ofrece un organigrama. “El liderazgo de la organización estaba encarnado en Jordi Pujol Soley y Marta Ferrusola Llados, quien, de hecho, se autodenominada la ‘madre superiora de la congregación’”.
Jordi Pujol Ferrusola es “el capellán de la parroquia”. El auto le atribuye al primogénito la labor de mantener y gestionar “durante años este importante patrimonio económico de procedencia ilícita” y de “reintegrar” el dinero “a la vida comercial lícita”, destinándolo a “toda clase de inversiones mobiliarias, inmobiliarias y operaciones financieras de distinta índole”.
El resto de los hermanos Pujol Ferrusola – Josep, Pere, Oleguer, Oriol, Marta y Mireia – eran los receptores de las transferencias del “capellán”. Seguían las indicaciones de su hermano para abrir o cerrar cuentas, o hacer transferencias, actuando siempre “con un plan preconcebido, proyectado en el tiempo con una visión a largo plazo, ordenado de acuerdo con las directrices emanadas de la cúspide”, según expone el auto.
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