la Generalitat ha concedido el tercer grado, o semilibertad, a los nueve presos del procés tras casi tres años en prisión.
La consellería de Justicia de la Generalitat ha concedido el tercer grado, o semilibertad, a los nueve presos del procés. A partir de ahora, el tercer grado permitirá a estos presos el poder salir de prisión de lunes a viernes para trabajar o realizar labores de voluntariado y tener 48 días al año de permisos.
Tercer grado para los nueve presos del procés
La Generalitat ha aceptado la propuesta que realizaron las distintas prisiones catalanas, por la cual pedían a la consellería de Justicia para aceptar el tercer grado a los nueve políticos que fueron condenados a cárcel por distintos delitos relacionados con el procés del 1 de octubre.
A partir de ahora, Oriol Junqueras, Raúl Romeva, Came Forcadell, Jordi Sánchez, Jordi Cuixart, Jordi Turull, Josep Rull, Dolors Bassa y Quim Form les será concedido el tercer grado y disfrutarán de una situación de semilibertad.
A estos nueve cargos políticos se les concede el tercer grado al haber cumplido casi los tres años en prisión. Todos ellos fueron condenados entre nueve y trece años por sedición, además de que algunos de ellos también cumplen condena por malversación. Serán las propias prisiones en las que se encuentran cada uno de los presos las que decidan los horarios y fechas que deberán acatar con el tercer grado.
En manos del Tribunal Supremo
Siguiendo la ley, a los presos se les revisa la clasificación penitenciaria cada seis meses. Ya en enero, la Generalitat ratificó el segundo grado para estos nueve presos. Tras cumplirse los seis meses, se realizó una revisión de grado que hizo que las tres prisiones catalanas acordaran por unanimidad la progresión al tercer grado.
Al tratarse de un asunto de clasificación penitenciaria y no de un asunto de régimen carcelario, deberá ser el Tribunal Supremo el que tenga la última palabra sobre la aprobación del tercer grado. A priori, será la Fiscalía la que pedirá, primero, al juez de vigilancia penitenciaria y, después, al Supremo la revocación del tercer grado, teniendo en cuenta la poca flexibilización y dura oposición que ha mostrado hacia este caso.
