La gente de PETA sabe cómo mantener la atención de los medios, la opinión pública y la blogosfera sobre su causa.
Raro es el mes en el que no tratamos alguna nueva campaña o acto de la organización de defensa de los derechos de los animales.
Y no lo digo como una crítica sino como un halago.
Una de las estrategias a la que acuden con insistencia es la de implicar en una reivindicación a un famoso o famosa del mundo del espectáculo.
Estos, a su vez, aceptan pues ven la oportunidad de poner su notoriedad social al servicio de una causa en la creen (y alguno habrá que lo haga por vanidad o estar de actualidad, que de todo hay).
La actriz Kim Basinger no es precisamente una incorporación nueva en las campañas de PETA, la imagen que ilustra este post da buena fe de ello.
La fotografía -acompañada del lema: “La belleza no consiste en usar el abrigo de otro”- tiene ya algunos años, pero la estadounidense sigue al pie del cañón en lo que a activismo se refiere.
Lo último ha sido pedir, en nombre de PETA, a los diseñadores chinos que no usen pieles de animales en sus creaciones.
Y lo ha hecho a la antigua usanza, enviando cartas (haz memoria, seguro que recuerdas que era eso de enviar cartas).
Una de ellas ha llegado hasta el estudio de Luo Zheng, una de las diseñadoras que más contacto tiene con el mundo de la occidental tras presentar sus colecciones en la Semana de la Moda de Nueva York de 2008.
Otra le estará esperando en el buzón a William Tang, que desarrolla su labor en Hong Kong.
La carta va acompañada por un DVD que, cuando Zheng o Tang se decidan a verlo, comprobarán que se trata de un documental que acompaña a los animales (desde zorros y mapaches hasta perros o gatos) en su andadura por una de esas atroces granjas peleteras chinas.
Lo que los diseñadores van a ver no es plato de gusto: Los animales son apaleados para luego ser ahorcados, desangrados hasta la muerte, despellejados vivos y, finalmente, se les remata estrangulándolos.
Si logran llegar hasta el final del documental –yo no he sido capaz- comprobarán como algunos animales, aún conscientes, patean y se retuercen cuando les arrancan la piel.
Basinger recuerda a Tang, Zheng y al resto de modistos que China es el principal fabricante de ropa y complementos en piel y les pide que den ejemplo a sus compatriotas liderando con sus diseños una nueva corriente de moda compasiva frente a la sanguinaria crueldad de las granjas de cría de animales de su país.
Si los diseñadores chinos deciden dar el paso no se sentirán solos, nombres tan notables -en prestigio profesional y éxito comercial- como Calvin Klein, Tommy Hillfiger, Stella McCartney o Vivienne Westwood también han hecho suya la opción que propone PETA y rechazado el maltrato animal (atrapados durante días en trampas, confinados a diminutas jaulas insalubres y sacrificados por envenenamiento, gaseados o electrocutados por vía anal o genital).
Ni educar a un adolescente hip-hopero (en Ocho millas), ni seducir al rey del dirty-chic (en Nueve semanas y media), ni luchar contra el Jocker (en Batman), ni siquiera ganar un Oscar por L.
A.
Confidential merecen más nuestro aplauso que esta intentona de Kim Basinger por luchar contra el sufrimiento animal.
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