Las puertas del colegio volvieron a abrirse y de nuevo llegaron los madrugones, las lecciones y los juegos con los compañeros.
También, cómo no, regresa todo un clásico: los deberes, esas tareas escolares que los más pequeños suelen hacer en compañía de sus papis, muchas veces a regañadientes.
¿Cómo conseguir que ese momento no sea estresante?Si la hora de hacer las tareas del cole es un momento conflictivo tanto para el niño como para los padres es que la cosa no marcha bien.
Intentemos, pues, mejorarlo.
En nuestra mano está poner en práctica unos cuantos pequeños consejos para hacer que el niño cumpla sin tensiones su pequeña sesión de estudios.
Un primer consejo podría ser conocer las expectativas del profesor: es decir, saber cuál es su política, cuánto tiempo cree que debe tomarle al niño la realización de los deberes.
Así conoceremos mejor qué espera de nuestro hijo, si éste tiene problemas de lentitud o si, sencillamente, la tarea requiere un mayor esfuerzo o inversión de tiempo.
Es importante reconocer el esfuerzo, no sólo el resultado final: premiarle, alentarle durante la dedicación, no sólo cuando éste se haya finalizado.
De este modo, el niño no desfallece ni se aburre tan fácilmente, y no acumula nerviosismo con el paso del tiempo.
Guiarle, no hacerle el trabajo, es fundamental.
Tengamos presente que la tarea es del niño, y que el padre o tutor sólo está acompañándole, ayudándole, pero sólo cuando realmente sea necesario.
Hay que huir de la tentación de hacerle los deberes y para acabar lo antes posible.
Una buena fórmula es hacer una parte del ejercicio y pedirle que continúe, o establecer un diálogo en el que él complete las frases para hallar un resultado, dar con la solución de un problema, etc.
Y, por supuesto, el niño ha de saber que los deberes han de hacerse, sí o sí.
No es una alternativa, sino una obligación suya, que ha de hacer antes o después de ir a jugar, pero que ha de hacer.
Para conseguir el compromiso del niño, nada mejor que establecer una rutina.
Para lograrla, pueden servir los recordatorios clavados en un corcho, o escritos en una pizarrita, agenda o similares.
A la mayoría de los niños les llevará algún tiempo cumplir las actividades sin rechistar, pero la costumbre y los horarios acabarán imponiéndose.
Igualmente ayuda crear un lugar especial para el estudio, ya sea la mesa de su habitación o cualquier otro lugar donde tenga los útiles escolares necesarios para hacer cómodamente sus tareas.
Nunca cerca de la televisión ni otras posibles distracciones.
Vía
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