En el Noreste del océano Pacífico, a la altura de los verdes y húmedos estados estadounidenses de Oregon y Washington, hay una zona en la que la vida se está esfumando.
Una zona muerta –y es así como se la conoce- en la que el oxígeno se está agotando, matando la vida marina.
No es la única zona muerta en los océanos del planeta, pero sí una de las pocas que tal vez sea irreversible.
Esto se debe a que la falta de oxígeno en esta zona se debe a la evolución de las condiciones del viento, probablemente provocada por el cambio climático, y no a la contaminación.
En el Pacífico Noroeste, el agua que siempre había estado lejos de la costa comenzó a aparecer más cerca de la tierra en 2002, un fenómeno aún más letal para la vida marina del fondo del océano.
La infertilidad de estas enormes manchas, de las que se han contado unas 400 en todo el mundo, se debe a los fertilizantes y las aguas residuales que son vertidas en el mar, arrastradas por los también contaminados ríos.
En ellas casi no hay oxígeno, pues ha sido consumido por las grandes floraciones de plancton que caen al suelo marino y se descomponen.
Curiosamente, la zona muerta frente a la costa Noreste de Estados Unidos no ha sido inundada por aguas contaminadas.
Los nutrientes de los que se alimentan el plancton que florece aquí provienen de fuentes naturales, así que los investigadores creen que la causa de la reducción de oxígeno está en un cambio en el movimiento del flujo del agua a lo largo de la costa.
Según un informe financiado por la National Science Foundation, el calentamiento gradual de las aguas superficiales en el Pacífico norte ha aislado a las aguas profundas muy por debajo de la superficie, lo que ha permitido la penetración de menos oxígeno.
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