Policías y bomberos de la ciudad rusa de Kaliningrado, frente al Mar Báltico, unieron sus esfuerzos ayer en la noche para atrapar a un mapache que se había escapado del zoológico.
Hemos visto en este vídeo la lucha del hombre contra la bestia, como se decía antes de que surgiera aquello de lo políticamente correcto.
Yo acotaría que hemos visto una representación más bien torpe y brusca de la especie humana contra una escurridiza y ágil del género Procyon.
Sin ánimos de ofender, si el objetivo de tal despliegue era salvaguardar la integridad del mapache, la idea de zarandear el árbol en el que éste se había trepado fue más bien desafortunada.
Qué decir de la inmediatamente posterior: que uno de los hombres trepase a aquel árbol escuálido.
Me pregunto cuál habría sido la reacción de los presentes si el animal hubiera caído al suelo desde aquella altura y no hubiera podido reponerse.
Y todo grabado en vídeo para la posteridad.
Digna de mencionar es también la falta de garra de los agentes involucrados, ninguno de los cuales pudo sujetar al animal por más de unos segundos.
Así, el mapache pudo pasar del árbol A al suelo, correr unos metros y esquivar a varios hombres, y trepar al árbol B, desde cuya cima bajó más bien a motu propio, enganchado en una barra de metal facilitada por los bomberos.
Francamente, llega un punto del vídeo en el que uno se convence de que el mapache está poniendo en evidencia a los hombres intencionadamente.
Del vídeo es imposible saber cómo fue a parar el mapache al primer árbol.
Se sabe, eso sí, que ha sido devuelto al zoo.
En favor de los bomberos y policías que participaron en la operación, que más que de rescate parecía de caza, hay que decir que los mapaches son animales de temer.
Tienen unas garras considerables con las que, dicen algunas fuentes, desollan ranas y defienden sembradíos de cierta planta prohibida en muchos países.
Vía