La edición digital de el periódico El Mundo publicó el pasado día cinco una noticia de lo más extravagante.
Un grupo de científicos criticaban la idea de algunos empresarios de utilizar los fríos mares de la Antártida para que absorban el dióxido de carbono, para más tarde vender los créditos de los gases por millones de dólares (en el fondo, un engaño parecido a esto).
Aunque aún no hay suficientes datos y la incertidumbre rodea el proyecto, buena parte de la comunidad científica no ve con buenos ojos jugar a alterar los ecosistemasNo creo que la comunidad científica se haya detenido a hacer siquiera una lista de las cosas que necesitamos verificar antes de sentirnos cómodos en cuanto a que esta sea una tarea de bajo riesgo – Tom Rull, co-autor del informe (traducción libre).
Pero también existen otro proyectos sobre como sacar más provecho de los océanos.
Parece se que el ser humano no puede dejar tranquila ni la más mínima frontera del planeta.
La geoingeniería tiene varias proyectos entre manos.
Entre ellos, uno que consiste en rociar la superficie del océano con cantidades pequeñas de hierro o arrojar nutrientes a lo largo de miles de kilómetros cuadrados para fertilizar el mar y multiplicar el florecimiento del fitoplancton, que absorbe CO2 al respirar.
Eso sí, los científicos temen que dichas operaciones puedan cambiar la composición de los océanos, incrementar la acidez o generar zonas muertas.
Jugar a alterar el ecosistema lleva consigo sus peligros.
Incluso un exceso de fitoplancton podría liberar otro gas que causara el efecto invernadero.
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