Los proyectos de conservación, la limitación de la caza y la migración de la gente del campo a las ciudades han tenido un impacto positivo en la fauna más representativa de Europa: los bisontes, castores y lobos grises son cada ves más numerosos.
El lince ibérico es la excepción en esta tendencia, de acuerdo con un informe elaborado por la Sociedad Zoológica de Londres, la organización Birdlife y el Consejo Europeo del Censo de Aves.
De acuerdo con este informe, titulado Wildlife Comeback in Europe, las únicas poblaciones de lince ibérico, que están en Doñana y en Sierra Morena, suman una población total de 279 individuos.
Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente de España es más optimista, señala que la población total es de 325 linces y que han sido vistos también al sur de Castilla-La Mancha.
Y este año han nacido doce cachorros en el Centro de Reproducción Asistida del Lince en Zarza de Granadilla, en las provincias de Salamanca y Cáceres.
Estos cachorros serán introducidos en el medio natural.
El proceso de introducción ideal tendría que tomar en cuenta el cambio climático, según una investigación realizada por el CSIC y publicada en la revista Nature Climate Change.
Si los programas de re introducción del lince en la naturaleza no toman en cuenta los efectos del cambio climático en las zonas de re introducción, la especie podría extinguirse dentro de unos 50 años.
En cambio, si se toman en cuenta los efectos del cambio climático en las estrategias de reintroducción la población de linces podría aumentar hasta casi 900 individuos.
Otra de las variables que más influye en la supervivencia del lince, y que por tanto debería ser tomada en cuenta en combinación con el cambio climático, es la abundancia del conejo de monte, ya que es casi su única presa.
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