“Les tenemos miedo, pero en realidad son vulnerables.
Para los tiburones, la amenaza somos nosotros y, el Mediterráneo, el lugar más peligroso donde pueden vivir“, explica la bióloga marina estadounidense Rebbecca Greenberg, responsable de la campaña de conservación de tiburones de la organización proteccionista Oceana.
La experta ha recordado que “cada año se pescan alrededor de 200 millones de ejemplares, frente a cinco muertes humanas” de media por ataques de tiburón.
Sus palabras forman parte de la conferencia que la prestigiosa científica ha realizado en el Palma Aquarium, donde acudió para recibir una donación de 8.
000 euros que serán destinados a distintos proyectos de investigación.
Gracias a las palabras de esta mujer hemos podido saber detalles de lo poco respetuosos que somos con estos animales, también llamados elasmobranquios, cuya situación actual hace temer su extinción, pese a la gran riqueza de tiburones y rayas que todavía hay en el mundo y a su papel ecológico.
En concreto, la pesca (accidental o intencionada) es hoy en día la principal amenaza para su supervivencia en el Mare Nostrum, donde actualmente el 40 por ciento de las especies de tiburones y rayas están en peligro de extinción.
Eso, por lo hablar de otras causas que les hacen la vida más difícil, como la contaminación y la destrucción de sus hábitats.
Así las cosas, la conservacionista pide para estos animales “los mismos derechos de otros peces” y el cumplimiento de la estricta regulación que hay sobre su pesca.
Desde hace tres décadas, las capturas han aumentado tremendamente por el exorbitado precio de sus aletas en los mercados.
Sin embargo, la gran amenaza para los tiburones es la pesca accidental, aunque no podemos dejar pasar por alto que los barcos españoles tienen el dudoso honor de liderar la flota europea especializada en su captura.
En concreto,”Vigo es la capital europea del comercio de carne y aletas de tiburón“, dijo Greenberg.
Según la científica, se los está pescando “sin ningún tipo de límite” ni en número, tamaño ni restricciones temporales, lo que puede derivar en un grave daño ambiental, pues ocupan la cima de la cadena trófica, y su desaparición significaría una grave amenaza para los ecosistemas oceánicos.
Por cierto, los 8.
000 euros fueros recaudados por el acuario mallorquín hace algún tiempo, dentro de una campaña de ayuda a la ong, destinando un euro de cada una de las entradas vendidas durante un mes.
Y un apunte más: en el Mediterráneo pueden encontrarse 90 de las 1.
200 especies de elasmobranquios que existen, cuya existencia se remonta 400 millones de años atrás, doblando la edad de los dinosaurios.
Vía
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