Si ha llegado la hora de jubilar a tu nevera y andas un poco despistado sobre cómo hacer un cambio lo más ecológico posible, aquí tienes unas sencillas ideas que te ayudarán a elegir tu nuevo aparato.
Como en botica, hay neveras que tragan más que otras.
Por eso, tener que sustituir tu viejo refrigerador no sólo es un gasto, sino que puede transformarse en un consumo eficiente y responsable que acabe en un ahorro, pues con una nevera bien elegida consumirás menos energía, y ahorrarás un buen puñado de euros al año.
Sí, así será cuanto más vieja sea tu nevera, pues hoy el mercado ofrece modelos menos tragones de kilovatios que antaño.
Por eso es fundamental localizar los aparatos que menos consumen.
Pero, ¿cómo saberlo? El gasto energético es algo que, por suerte, tenemos bien especificado a través de una nomenclatura estándar que informa sobre el consumo de energía en horas de kWh (kilovatios).
Cada modelo ha de llevar su etiqueta de eficiencia energética, que lo incluye dentro de unas categorías representadas por las letras entre A + y + G.
Así, la categoría A ++ es la más eficiente y por lo tanto, ahí es donde tendremos nuestros modelos preferidos.
Otra pista: la etiqueta ecológica europea (simbolizado por una flor), que permite identificar productos con reducido impacto ambiental.
Cuando veas su peculiar logo has de saber que la UE ha certificado que para su fabricación se han seguido pautas ecológicas, como el uso reducido de recursos naturales y energía, emisiones contaminantes, ruido, respeto a los ecosistemas, etc.
La capacidad de la nevera, que se mide en litros, es otra cosa que has de ajustar a tus necesidades, un gesto verde que te ahorrará dinero.
Para no quedarte helado cada vez que veas la factura de la luz, en caso de vivir solo bastará con adquirir la de menor capcidad (de 100 a 150 litros).
Y así, sucesivamente: si la nevera es para dos o tres personas, quédate con las de 150 a 250 litros; para tres o cuatro, de 250 a 350, y las capacidades mayores sólo se recomiendan a partir de cuatro personas.
Por cierto, cuidadín con el elevado consumo de los espectaculares frigoríficos americanos.
Y si quieres hacer una compra maestra, repara en los tipos de refrigerante: el gas de isobutano, hidrocarburo utilizado en neveras, poluciona menos que los hexafluorocarbonos, que aumentan el efecto invernadero.
Vía
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