Los delfines podrían estar pagando con su vida las nefastas consecuencias del derrame en el Golfo.
Quizás la contaminación de las aguas esté detrás de las muertes producidas en los últimos meses en Mississippi y Alabama, pero los científicos sospechan que hay algo más.
Las últimas víctimas de estos misteriosos sucesos han sido cinco crías de delfín, encontradas en dos islas en el norte del Golfo de México.
Mientras las muertes ya rondan la treintena, los científicos no dejan de preguntarse por la causa de este constante goteo de cadáveres, que tuvo su antecedente el pasado año, justo después del desastre ecológico provocado por BP en la zona.
Entonces, los delfines morían al irritarse sus pulmones por los gases de los hidrocarburos, y penetrar el crudo en sus tejidos a través de las membranas mucosas, afectando a sus ojos.
Tras aquella barbarie ecológica, el ecosistema quedó tocado, es un hecho, pero los científicos han descartado que el vertido sea la causa principal e intentan dar con las claves que expliquen esta cifra inusualmente alta de delfines muertos.
Entre ellos hay delfines de todas las edades, y de seguir este ritmo las bajas superarán en mucho a los fallecimientos contabilizados el pasado año en estos dos estados, un total de 89 cadáveres.
El análisis de los tejidos tomados de los animales fallecidos podría ayudar a resolver el misterio.
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