Si parece una masa anaranjada gelatinosa y huele como una masa anaranjada gelatinosa, es una masa… de huevos o embriones de algún tipo aún no determinado de crustáceo.
Eso es lo que ha resultado ser la cosa pegajosa que la marea llevó la semana pasada hasta las costas de la aldea inupiat de Kivalina, en Alaska, Estados Unidos.
Cuando la extraña masa apareció en la costa, aldeanos y científicos pensaron que se trataba de algún tipo de producto químico tóxico, quizá derivado del petróleo.
Sin embargo, las pruebas hechas a una muestra enviada por el Departamento de Conservación Ambiental de Alaska despejó los temores: se trata de un producto natural.
Específicamente, una considerable aglomeración de pequeños huevos o embriones de una especie de crustáceo aún no determinada, a los que una gota de aceite de lípidos en el centro da el color naranja.
Se parecen un poco a los de la foto, que pertenecen a un cangrejo de agua dulce.
Mientras están húmedos, su textura es pegajosa.
Cuando son expuestos al sol y se secan, se vuelven polvo.
De todas las cosas pringosas que llegan a las costas de Alaska, a los habitantes de Kivalina sin duda les ha tocado la mejor.
Un par de años atrás, los pescadores que faenaban en las costas frente al pueblo de Wainwright comenzaron a toparse con enormes masas oscuras, pringosas, peludas y, además, malolientes.
Afortunadamente, también resultaron ser materias orgánicas.
Y no olvidemos que Alaska uno no sabe cuándo puede toparse con lo peor flotando en el mar: petróleo.
Vía
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