A veces parece que el ser humano simplemente es dañino para el planeta, no importa cuánto intente minimizar su impacto sobre éste.
Para reducir las emisiones de CO2 que alimentan el calentamiento global, muchos empresarios del Desierto de Mojave, en Estados Unidos, han adquirido paneles solares para producir energía.
Una decisión que podría poner en peligro el ecosistema del desierto.
Las pequeñas plantas y animales que han conseguido adaptarse a un ambiente tan hostil como el desértico ahora tienen que enfrentarse a un segundo reto: sobrevivir a las estrategias humanas para contaminar menos, en este caso, la construcción de grandes extensiones de paneles solares o parques eólicos en áreas en las que hasta hace poco no había más que unos pocos arbustos.
Biólogos del Cal State Fullerton dicen que los paneles solares inflingirán algún daño en la ecología.
Parte del sacrificio que es necesario hacer para superar la dependencia de los combustibles fósiles, todo un dilema del menor de los males cuyas principales víctimas serán los animales y las plantas, ellos que no tienen dependencia alguna que superar.
No es la primera vez -y seguro que tampoco será la última- que el ser humano altera el ecosistema del desierto de Mojave.
Los expertos analizaron la influencia que el sistema de vías férreas tuvo en el desierto cuando fue construido y han llegado a la conclusión de que alteró drásticamente la forma en la que el agua fluía a través del terreno.
Al parecer, todo el que viaja a través del desierto puede notar que las plantas que están al borde del camino son más grandes que las que están sobre éste.
Los estudios han demostrado que el polvo sobre la superficie de las hojas reduce significativamente la habilidad fotosintética de las plantas.
Cualquier construcción alteraría la capa principal del suelo que evita que el polvo se acumule de esta forma.
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