A pesar de que hay luz solar las 24 horas del día, cosas del verano ártico, las abejas se retiran a sus aposentos cuando llega la hora de hacerlo.
Es cierto que trabajar las 24 horas aumentaría sus posibilidades de supervivencia, pero ellas prefieren descansar por la noche, según ha hallado un nuevo estudio.
Los científicos se han percatado de que el sol de medianoche no las anima a zumbar sino a roncar, tal y como harían normalmente en cualquier otro lugar del planeta.
Así, los resultados de este estudio, publicados en la revista BMC Biology, sugieren que, a diferencia de renos y otros animales del Ártico, ellas no pierden sus ritmos biológicos con la llegada de este inusual verano.
No importa en qué estación del año se encuentren, ni en qué lugar: sus relojes internos de sincronización de las señales de luz y oscuridad no alteran su ritmo de vida.
¿Pero, si todo el día hay luz, cómo saben cuándo parar? Los científicos creen que las variaciones de temperatura que se producen al caer la noche (aunque siga siendo de día) o la calidad de luz les da la pista para saber que la jornada de forrajeo ha acabado.
Además, se demostró que descansar por la noche les supone una ventaja aún mayor que la comida extra, concluyó la investigación, realizada por la Universidad Queen Mary de Londres.
El experimento se llevó a cabo en una estación científica finlandesa, con abejas importadas y abejas autóctonas, observándose el mismo comportamiento en ambos grupos.
Vía
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