En algún sitio del ártico, excavada en un montaña en las Islas de Svalbard, se encuentra la instalación de máxima seguridad conocida como Bóveda Global de Semillas de Svalbard, o popularmente llamada “Bóveda de semillas del juicio final”.
En el interior de este búnker a prueba de todo tipo de catástrofes –es incluso impermeable a la radiación – se custodia la mayor colección de semillas llegadas de todo el mundo, con la finalidad declarada de asegurar la conservación y disponibilidad de la diversidad de los cultivos para la seguridad alimentaria a nivel mundial.
Resulta un poco inquietante saber que existe algo así, y más si pensamos que fue el gobierno de Noruega quien financió la construcción.
Si que ven negra la cosa para que tomen semejantes precauciones.
De la gestión del centro se encarga Global Crop Diversity Trust (traducido, consorcio para la diversidad de cultivos globales), un organismo al que han contribuido fondos algunos estados, pero donde también están contribuyendo dinero algunas entidades privadas:La Fundación Bill & Melissa Gates.
La Fundación Rockefeller.
Hasta aquí, todo bien, puede ser filantropismo.
Pero la lista sigue y aquí se empieza a torcer la cosa…DuPont, una multinacional de la industria agroquímica con un historial no muy limpio.
La empresa Pioneer Hi-Bred, uno de los mayores propietarios a nivel mundial de patentes de organismos modificados genéticamente (OMG) o transgénicos y de los productos químicos asociados.
Syngenta, una gran empresa suiza dedicada también a las semillas genéticamente modificadas y los agroquímicos.
Se pueden encontrar por ahí muchas teorías conspiratorias sobre qué se esconde detrás de este proyecto, apuntando a planes de dominación mundial o una posible solución final.
Pero yo estoy convencido de que habrá una variedad de motivaciones entre los patrocinadores, incluidos aquellos que estén pagando por tener un “back-up” que posibilite empezar de nuevo por si el negocio de los OMG se les va de las manos.
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