Misterios de la vida, hay calcetines que pierden sus parejas sin saber cómo ni dónde.
¿La lavadora los ha engullido, o quizás cayeron a la calle enrollados en alguna prenda tendida? Sea como fuere, a menudo, los calcetines solteros van a la basura o quedan olvidados en un cajón, a la espera de un compañero que nunca vuelve.
Pero, además de guardarlos o tirarlos, puedes reciclarlos, y descubrir que el destino de estos calcetines no estaba escrito.
Cuando te lleves la sorpresa de que algún calcetín se quedó sin pareja, espera un tiempo prudencial a que ésta aparezca y, si no hay suerte, no lo dudes: lánzate a reciclarlo.
Un primer y socorrido segundo uso tiene que ver con la vocación de trapo del polvo que tiene todo calcetín.
Pero no un trapo cualquiera: ponte el calcetín en la mano, pulveriza una fina neblina de agua o de aerosol de muebles y podrás pasarlo por lugares como muebles delicados, aparatos electrodomésticos y electrónicos, manteniendo tus manos limpias.
Siguiendo el mismo procedimiento, puedes hacerlo servir para dar brillo a unos zapatos: es tan sencillo como ponerte un poco de crema abrillantadora o vaselina sobre el calcetín y pasarlo por el calzado de forma uniforme.
Si cortas la parte cerrada, puedes fabricar una especie de calentadores para los vasos, que resultan muy prácticos a la hora de tomar una bebida muy fría o, todo lo contrario, alguna infusión casi hirviendo.
Los calcetines también pueden convertirse fácilmente en una hucha o monedero.
Lo tendremos en un pipás, bien cosiéndole una cremallera o un trozo de velcro en la parte superior.
También sirve como compresa fría o caliente.
Para usarlo frío, rellenarlo con arroz o alubias secas, coserlo e introducirlo en el congelador durante horas.
Su utilización en caliente requiere humedecerlo ligeramente y colocarlo después en el microondas durante un minuto.
Más ideas: usarlo como borrador en las pizarras; como funda para que las gafas de sol no se rayen; para introducir piezas delicadas para guardarlas, como adornos navideños o para guardar cosas de valor en ellos, por aquello de jugar al despiste.
Vía
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