Que se acabará antes el agua que el petróleo es algo que cada día veo más claro.
El río más grande de Australia, el Murray, tiene unos niveles de agua tan bajos que Adelaida, la quinta ciudad más grande del país y que se aprovecha del caudal de este río, podría quedarse sin agua en los próximos dos años.
El río Murray forma parte de la cuenca hidrográfica del sureste de Australia y se está resintiendo gravemente de los 7 años de sequía que mantiene atenazada la región.
La cuenca Murray-Darling, el nombre de los dos principales ríos de la zona, sólo tiene a día de hoy el 18% de su capacidad.
Los niveles de agua durante los tres primeros meses de este año son los más bajos jamás registrados.
Y lo malo es que los meteorólogos no creen que la situación vaya a cambiar a corto plazo, que puede que lo peor está aún por venir, aunque parezca imposible tras la ola de calor y los terribles incendios sufridos por Australia hace bien poco.
Contradicciones de la vida, las inundaciones en Queensland y Nueva Gales del Sur que tuvieron lugar mientras se quemaba medio país no han servido de nada a la hora de revitalizar el seco río Murray.
En vez de alcanzar el sur, el agua se perdió en la tierra plana, reseca, chamuscada por la larga sequía, y no sirvió para asegurar el suministro de agua en todo el sureste de Australia, donde los cortes y restricciones amenazan con convertirse en el pan de cada día.
Por lo visto, el mayor problema del río Murray es que gran parte de su agua se pierde por la evaporación y la filtración antes de llegar a los centros urbanos.
La autoridad que administra la cuenca, llamada Murray-Darling Basin Authority (MDBA), ha tomado medidas drásticas como cortar el agua que llegaba a algunos humedales en el sur de Australia, donde Adelaida es la ciudad principal.
Científicos medioambientales, no obstante, advertieron que los hábitats podrían sufrir daños permanentes y el MDBA, en consecuencia, tuvo que acceder a suministrar agua a algunos de los humedales más emblemáticos que se han convertido en atracciones turísticas.
Más problemas: debido al estancamiento de algunos flujos de agua y al aumento de temperaturas, están proliferando brotes de algas que emponzoñan el agua potable.
Por otro lado, los agricultores y ganaderos también están enfrentando restricciones para sus actividades y hay que decir que, a tenor de las previsiones pesimistas que se barajan en cuanto a posibles precipitaciones a corto o medio plazo, la situación tiene visos de convertirse en la réplica australiana de la desesperación del Valle Central de California en Estados Unidos.
Vía