Si en España hace ya años que el modelo de obtención de carne de vacuno pasa sobre todo por la crianza industrial o intensiva, parece que el próximo país en sucumbir a esta tendencia será el Reino Unido.
Los expertos temen que este cambio en la ganadería arruine el campo británico y que el coste medioambiental de esta industria, de por sí tan nociva, se dispare.
En el origen del problema también están los consumidores.
Por lo visto, en Gran Bretaña, la demanda de vacuno se está desplazando hacia la carne propia del modelo americano, más barata, con mayor textura, más tierna, aspecto más atractivo, pero definitivamente más insulsa, química y contaminante.
La diferencia de sistema productivo es el siguiente: mientras EEUU apuesta desde hace años por una crianza consistente en una alimentación altamente calórica basada en el grano, chutes de hormonas del crecimiento y hacinamiento en pequeñas plantas, el modelo británico siempre se ha caracterizado por dejar las vacas libres por los campos.
En un mundo de competencia feroz como el nuestro, este modelo requiere de más tiempo para la cría y, por lo tanto, es más caro.
Por lo que la presión sobre los ganaderos británicos para que se pasen a lo industrial, aumenta.
Los problemas son los siguientes: que el cambio supondría eliminar los prados en favor de enormes campos de maíz para alimentar a las reses, con lo que las emisiones de CO2 a la atmósfera aumentarían sensiblemente; que el “agua virtual” requerida para producir un kg de carne también se dispararía; y que el empleo de químicos, antibióticos y hormonas del crecimiento se meterá aún más en la cadena alimentaria que nosotros presidimos desde lo alto de la pirámide.
A destacar que la ganadería supone alrededor del 15% del total de emisiones planetarias de CO2.
Con el modelo americano, desgraciadamente adoptado mayoritariamente en España, la perspectiva es que no dejen de crecer.
Es reinvindicación habitual que eliminemos o por lo menos limitemos el consumo de carne, en especial la de vacuno, puesto que su impacto medioambiental es desmesurado.
De hecho, no necesitamos tanta caloría para tener una vida sana, ni tampoco es preciso, hoy en día, que esas calorías provengan de origen animal.
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