En breve, algunos bosques del Reino Unido podrían colgar el cartel de Se vende.
El mejor postor será el amo y señor de un gran pedazo de naturaleza viva, con sus ardillitas, sus riachuelos, mariposas, pajarillos, incluso con sus amaneceres y anocheceres.
Una auténtica ganga …y una horrible pesadilla para muchos ciudadanos y ambientalistas.
Lógicamente, como a tantas otras personas, me parece una irresponsabilidad política jugar así con el patrimonio natural del país, por mucho que la venta sea una medida de extrema necesidad económica.
Pero vayamos con los detalles del plan, que un notición de este calibre no se lo encuentra una todos los días.
Como hemos dicho, el Gobierno británico planea proyecta vender parte de la masa forestal de propiedad del Estado como medida para reducir el enorme déficit británico.
La medida forma parte del programa del sector público destinado a reducir los números rojos, y va tan en serio que la ministra de Medio Ambiente, Carline Spelman, anunciará próximamente un plan que venderá de aquí al año 2020 más o menos la mitad de las 748.
000 hectáreas de bosques que gestiona la Comisión Forestal.
Tras la venta, el futuro que les espera a estos bosques será incierto y nada halagüeño, pudiendo trasformarse en aldeas vacacionales, campos de golf, parques comerciales o la tala comercial, según publica el Sunday Telegraph.
Según este mismo periódico, la tala sería legal, pues también se prevé modificar las leyes relativas a los bosques más antiguos, como el de Dean o el de Sherwood, haciéndolo posible.
Además, de llevarse a cabo, esté sería el mayor cambio en el Reino Unido de la propiedad de la tierra desde la segunda guerra mundial.
Por su parte, los ambientalistas están que echan chispas.
Sus reacciones han sido de estupor, califican las consecuencias de catástrofe, y piden al Gobierno que, al menos, estas ventas no supongan el fin del disfrute ciudadano del paisaje forestal.
En un intento de relajar el ambiente, el gobierno dice que se seguirá luchando contra el cambio climático y, a la vez, se modernizarán los bosques, y que también cederan bosques a las organizaciones locales para que los gestionen.
Unas razones que no convencen demasiado.
Llenos de razón, los disconformes argumentan que, como mínimo, los bosques vendidos dejarán de tener sus puertas abiertas.
Sea como fuere, lo cierto es que el medio ambiente va a pagar un alto, excesivo precio.
Vía
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