Un trabajo realizado sobre Pesticidas Sistémicos, avalados por el Worlwide Integrated Assessment (WIA) denuncia el uso de pesticidas creados para ser absorbidos por las plantas.
Estos pesticidas son «unas neurotoxinas potentes y persistentes cuyo uso está aumentando y afectando a especies y entornos», concluye el estudio.
Son sustancias que se encuentran en el suelo, el agua y el aire, según el estudio, y si bien se aplican a gran escala en el suelo de cultivo también se usan en controles de plagas urbanas, en conservación de maderas e incluso en animales de compañía.
La persistencia de estas sustancias es de meses o años, y esto, unido a su alta solubilidad, aumentan su potencial de acumulación.
Por estas causas las zonas afectadas cada vez son más amplias y van desde suelos agrícolas a humedales, estuarios y ecosistemas costeros.
Las vías de transmisión también afectan a los animales, esto por ejemplo sucede con el polvo generado al arar o con la dispersión de polen que hace que las abejas estén en contacto directo con la neurotoxina.
Esto «afectará a su longevidad, fecundidad y resistencia».
Los especialistas concluyen que pesticidas como Neonicotinoid, Clotianidina y Fiprontil interrumpen la transmisión neuronal en el sistema nervioso central de los organismos invertebrados, provocando así la muerte directa.
Además pueden afectar a vertebrados, pueden afectar a aves que ingieran semillas contaminadas o peces que naden en aguas con neurotoxinas filtradas.
Según el Doctor Jean-Marc Bonmatin (Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia), uno de los autores del WIA: «estamos siendo testigos de una amenaza para la productividad y la salud de nuestro entorno natural.
Lejos de protegerlos, se está poniendo en peligro a los polinizadores y a los controladores naturales de plagas».