Cerca de la mitad de la población mundial del gorrión de las marismas anida cada primavera en la costa del estado estadounidense de Connecticut.
Sin embargo, el aumento del nivel del mar está amenazando a la especie, convirtiéndola en un indicador de los efectos del cambio climático en la costa Oeste de Estados Unidos.
Los gorriones de este tipo no forman parejas estables para criar a sus polluelos, sino que, gracias a la riqueza del hábitat de las marismas en el que anidan, las madres pueden encontrar comida muy rápidamente sin ayuda de un macho.
Además, los pastos de las marismas en las que construyen sus nidos están a sólo centímetros por encima de la línea de las mareas, por lo que éstos son barridos por las olas con frecuencia.
Y es allí donde está la mayor amenaza para estas aves, en la reducción de las marismas debido al aumento del nivel del mar.
Las ciénagas tienen un papel clave en la protección de las costas contra las tormentas, así como en la filtración de los contaminantes que pueden matar a los peces y otras especies acuáticas.
La costa Atlántica de Estados Unidos tiene algunas de las áreas de marismas más grandes del mundo.
Desde que los colonos ingleses comenzaron a producir sal de heno en las marismas, las mareas –y en consecuencia los gorriones– se ha visto afectados.
El desarrollo urbanístico en la costa cercana a las marismas ha incrementado la filtración de fertilizantes dentro de éstas, lo cual ha acelerado la introducción de especies invasoras tales como la Phragmites, las cuales han desplazado a las plantas nativas en las que los gorriones anidan.
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